CAPÍTULO 18

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Los meses pasan, yo me había prometido no arruinarme más, así que decidí no volver al fuerte apache.

Pasaba mis días yendo a caminar mientras escuchaba música. Iba al médico una vez al mes para análisis de sangre, había optado por cuidarme de una vez. Tenía sesiones de terapia una vez a la semana y psicóloga tres veces.

Me juntaba con amigas, conocí más gente. Me junté varias veces con Mariela después de mucho tiempo. Me llevaba mejor con mi mamá. Mi hermano cumplió doce y por su cumpleaños le dimos la sorpresa de que jugaría en river, cosa que le hizo muy feliz.

Todos estábamos felices, habíamos vuelto a nuestras vidas tranquilas de nuevo. Bueno, quitando de lado las pesadillas con los tiroteos y la muerte de... Danilo.

Ni yo, ni los Tevez tenían noticias sobre él en los últimos meses.

Íbamos a ver a Carlos jugar cuando lo hacía en la provincia. Recibíamos llamadas cuando jugaba en otra provincia a la que no podíamos ir por estar ocupados. Por lo menos, la amistad con los Tevez nunca se había desvanecido.

Es más, estoy arreglándome para ir al cumpleaños número diecisiete de Carlos. Había decidido ponerme uno de mis vestidos floreados que tanto amaba usar antes. Esbocé una sonrisa cuando me miré al espejo.

Me sentía tan feliz de volver a ser yo. De recuperar a la Julieta de antes.

Nos subimos al auto todos juntos y nos fuimos a la casa de los chicos. Saludamos a Chito y a los hermanos de Carlos y acompañé a mi mamá a la cocina.

—¡Chicas! ¡Hola! —Chila abrazó a mamá y después a mí —. Ay mírate, estás mucho mejor, Juli, estás muy hermosa. —Dice mientras pasa su mano por mi brazo. La sensación era muy linda en mi corazón, sentí que ya estaba sano, que estaba curado, todo estaba bien, yo estaba bien.

Chila trajo la torta a la mesa y todos nos reunimos alrededor de ella para cantar el feliz cumpleaños. Mi mamá había preparado una cámara para guardar el recuerdo.

Carlos nos miraba a todos, feliz. Hasta que su mirada se topa con la mía. Una sensación extraña cae en mi estómago. Había olvidado como era este sentimiento.

Su sonrisa se desvanece, pero intenta disimularlo mirando a los demás. Dejo de aplaudir y miro hacia todas partes. Muevo lentamente mi cabeza para mirar sobre mi hombro y una figura masculina se esconde detrás.

Suspiré pensando que tan solo es mi imaginación.

Me di la vuelta mientras seguía aplaudiendo y me encontré con él.

¿Qué me pasa? Si estoy despierta... no puedo verlo, ¿estoy alucinando?

Paso una mano en mi frente y miro hacia el suelo.

Chito paso su brazo encima de mis hombros y empezó a sacudirme para festejar.

—¡Por boquita, paper! —Gritó mientras chocaba los vasos llenos de sidra. Mi vaso solo tenía agua. Lo agarré y sentí mi mano fría, es agua fresca. Lo pensé una vez y no llegué a pensarlo dos veces cuando derramé todo el vaso en mi cara. Ahogué un grito cuando lo hice, echándome a reír miré como todos estaban confundidos.

—¡Por Carlitos! —Dije levantando el vaso ya vacío. Todos aun seguían confundidos, pero Chito me siguió el juego y le aplaudimos a Carlos.

Mi mamá me agarró la mano y me llevó hasta adentro de la casa. Todos empezaron a hacer lo suyo.

—¿Por qué hiciste eso, Juli? —Ella se inclinó para quedar a mi altura.

—Porque creo que lo vi y pensé que estaba soñando... de nuevo. —Desvié la mirada de la suya.

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora