CAPÍTULO 5

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Ya había pasado un día de mi noche con Danilo y mi plan había salido a la perfección. Llegué a tiempo, nadie sospechó nada y el sobornado cerró la boca.

—Ma, salgo a caminar un rato, vuelvo para la merienda. —Dije abriendo la puerta.

—Me entero de que te metiste en cualquier lado y ya sabes, Julieta, cuidado. —Grita mi mamá desde la cocina.

—Tranquila. —Me acerqué y le di un beso en la frente a mi hermanito —. ¿Querés que te compre algo?

—No, gracias juli. —Contesta.

—Después no te quejes. —Lo señalé.

Salí y caminé a la estación, esta vez el clima estaba más soportable. Entré al tren y busqué un asiento hasta que me tropiezo con alguien.

—Disculpem... ¿Danilo? —Pestañeo mil veces para confirmar que sea él a quien estoy mirando y si, es él. Miro a su lado que está Carlos sentado con él —. ¿Carlos? ¿Qué hacen acá?

Danilo se levanta rápido y me mira.

—Vamos a All Boys. —Habla Carlos.

—Pero... ¿No se habían probado en Liniers? —Pregunté mirándolo a Danilo que estaba sonriéndole a Carlos.

—Julieta, entró. —El rulitos me da la noticia y mis labios se curvan en una sonrisa.

—¿Entraste a Liniers? —Repetí emocionada, él asiente con una sonrisa de oreja a oreja. Me tiro encima de él para abrazarlo y río de la felicidad. No entiendo mucho de fútbol, pero tengo entendido que ese equipo es uno de los que te aseguran una carrera de futbolista como la de Maradona, por ejemplo. Aunque, entienda o no sobre eso, me pondría feliz de todas maneras —. Vamos a sentarnos, vamos, vamos. —Los apuré.

Dimos vuelta uno de los asientos para que quede un lugar para cuatro personas. Estuvimos hablando cuando Danilo le agarra la muñeca a Carlos mientras mira al señor que chequea los boletos.

—Yo sé por donde salir. —Le dice antes de mirarme a mí —. Bueno, nos tenemos que ir acá.

Se notaba inquieto y miraba de reojo al señor que cada vez se acercaba más y ahí lo entendí todo.

—Siéntense. —Le digo mientras miro al señor que estaba ahí, ellos me miran confundidos —. Lo conozco, hace mucho que vengo en este tren, siéntense, tengo una idea.

—¿Estás segura? —Danilo se acerca a mí y mis manos empezaron a sudar.

—Si, tranquilos, se las debía de igual manera, toma, por si acaso usa el mío. —Le estiro mi boleto, pero no lo acepta.

Él niega con la cabeza.

—Dale, Danilo, se las debía por lo de la otra noche. —Le muevo la mano para que lo agarre —. Si seguís así va a venir y no voy a poder hacerlos zafar, dale.

La voz del señor se acerca cada vez más y él sigue dudando. Suspiro con pesadez y le tiro el boleto viendo que de igual manera no lo iba a agarrar.

Me levanto y le hablo a la señora que tengo atrás mío. Mis manos empiezan a sudar cuando Danilo me mira en pánico desde su lugar mientras le da el boleto al señor. Junto todos los boletos de los que estaban con la señora y los mezclo a propósito.

—Disculpame. —Llamo al señor antes de que le pregunte a Carlos. Me adelanto a donde está él y me pongo delante de Danilo —. Creo que mi boleto dice cualquier cosa, mire. —Empiezo a hablar sin parar cosas sobre el boleto mientras escondo mi mano atrás de mi espalda y le hago un gesto a Danilo para que me lo dé —. Mire, este es mi boleto ¿está bien eso?

𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨: 𝐃𝐚𝐧𝐢𝐥𝐨 𝐒𝐚́𝐧𝐜𝐡𝐞𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora