𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 12

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Seguía besándome y sus manos acariciaban mi cuerpo pero sinceramente ya estaba muy cansado.

—Min... Ya no- ya no puedo más —le dije mientras Minho me daba besos intercalados.

Comenzó a darme pequeños besitos sobre mis labios y me tocó alejarlo poniendo mis manos en su pecho y echándolo un poco para atrás.

—Estoy muy cansado —le dije al ver que él no decía ni hacia nada.

Miré a mi alrededor y todo estaba desordenado.

Me acomodé mi ropa e intenté levantarme pero me sentía demasiado mareado, Minho actuó rápido y me sostuvo.

—Vamos a limpiarte para que puedas descansar —lo escuché decir y solo asentí.

Caminamos a la que era mi habitación ahora mientras Minho me ayudaba a no caerme.
Tenía demasiado sueño, solo quería tirarme en la cama y dormir por veinte años.

—Quítate la ropa ¿Puedes? —me preguntó Minho cuando entramos al baño y me senté en el retrete.

—Estoy cayéndome del sueño —le respondí con mis ojos más cerrados que abiertos —¿Por qué estoy tan cansado?

—Te viniste como tres veces y no estás acostumbrado es normal —me respondió Minho. Se agachó frente a mí con sus manos en mis rodillas. —¿Tengo permiso para ayudarte?

—Ajá —le respondí más para allá que para acá.

Minho me quitó la poca ropa que llevaba y luego me ayudó a entrar a la bañera la cual ya había llenado con agua caliente.

Me había sentado pero luego terminé acotandome, todo mi cuerpo estaba debajo del agua menos mi cabeza.

—Con el tiempo vas a ir acostumbrándote.

—¿Acostumbrándome? —pregunté. Tenía mis ojos cerrados, no sabía dónde estaba Minho exactamente pero lo escuchaba muy cerca.

—A menos que no quieras... Pero algo me dice que sí querrás —me respondió el rubio. —Puede que nunca antes hayas hecho algo como esto pero te gusta, aunque tengas tus dudas te gusta esto.

—Cla- claro que no. —dije y me moví un poco sintiéndome incómodo.

El sueño ya no era tanto, el ritmo de esta conversación me está despertando.

—¿No? —preguntó Minho y yo negué tragando grueso. —Vamos a confirmarlo entonces, ya se te está yendo el sueño.

Sin abrir mis ojos me quedé esperando a que Minho dijera o hiciera algo pero nada sucedió, no escuché nada. ¿Se habrá ido?

Se fué. Suspiré aliviado y dejé de estar tan tenso dentro de esta bañera.

—¡Espera! —dije sorprendido. Quedé descolocado.

Minho entró a la bañera y ahora yo estaba sentado sobre él.

La bañera de la casa de mi abuela no era tan grande, con suerte podía sentarme y aquí cabemos los dos.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté tratando de quitarme de encima pero me tomó con fuerza de la cadera.

—Comprobando si es verdad lo que dijiste.

—¿Y qué dije?

—Que no te gusta esto —me respondió él y me movió un poco hacia adelante logrando que sintiera todo pene en mi trasero.

—Estoy muy cansado —le dije todo nervioso y avergonzado.

¿Cómo alguien como él no puede sentir asco hacia alguien como yo?

Salvándote Donde viven las historias. Descúbrelo ahora