Minho.
Por alguna razón, llegué a pensar que Han nunca había ido a un parque de atracciones, y por lo que mis ojos están viendo en este momento, parece que no me equivoqué.
Mientras manejaba hacia nuestro destino, sabía con certeza que Han estaba nervioso y muy entusiasmado. Era como si estuviera viendo a un niño pequeño esperando entrar a una juguetería, y esa visión me recordaba lo dura que ha sido su vida. Cada vez que lo miro, mi corazón duele por todo lo que ha tenido que soportar.
Han está aquí, con sus grandes ojos brillando con entusiasmo y expectación. Nunca había tenido la oportunidad, o el dinero, para ir a un parque de atracciones y ahora aquí estaba, a punto de zambullirse en una experiencia completamente nueva y emocionante.
Inocencia. Eso es lo que veo en Han. A diferencia de mí, que siempre he sido plenamente consciente de las durezas de la vida, Han mantiene una inocencia que es casi palpable. Puede sonar estúpido ya que Han ha vivido cosas muy fuertes, más que yo pero de igual forma, de alguna manera a la cual no le encuentro explicación su corazón sigue siendo puro y sin maldad.
Y aunque puede ser imprudente a veces, es una de las cosas que más amo de él. Amo su sinceridad, su curiosidad y su habilidad para hacerme preguntas sobre las cosas más simples sin sentirse avergonzado o cohibido. Pero lo que más amo es su amor. El amor que Han tiene por mí.
Es una sensación que nunca había experimentado antes y que, a pesar de mi exterior frío y reservado, he aprendido a apreciar y abrazar. Verlo tan feliz e ilusionado, verlo disfrutar de algo tan simple como una visita a un parque de atracciones, me llena de una ternura que nunca había sentido antes. Su felicidad se convierte en la mía, y en estos momentos, no puedo evitar pero sentirme agradecido por tenerle en mi vida.
Avanzamos por el parque, la luz del sol brilla en los ojos de Han, reflejando su entusiasmo. No puedo evitar sonreír al verlo correr de un lado a otro, tratando de decidir qué atracción quiere probar primero. Su emoción es contagiosa, y rápidamente me encuentro sumergido en su alegría.
Han finalmente decide que quiere probar la montaña rusa. Nunca ha estado en una, así que su nerviosismo es evidente. Pero veo un brillo en sus ojos que me dice que está listo para enfrentar este nuevo desafío. Me toma de la mano, apretándola con fuerza, y juntos nos subimos al carrito.
Percibí como se encogió un poco cuando notó que había tomado mi mano pero disimuló y se acomodó el cinturón de seguridad.
A medida que subimos y bajamos por las curvas de la montaña rusa, puedo sentir la emoción de Han vibrando en cada grito que suelta. Cada risa, cada exclamación de asombro, se convierte en un recuerdo grabado en mi corazón. Han está viviendo plenamente, y yo tengo la suerte de ser testigo de estos momentos.
—¿Qué te pareció? —le pregunté a Han relajado cuando bajamos de la montaña rusa.
A diferencia de mi el pecho de Han subía y bajaba con rapidez, su rostro adornado con una gran sonrisa y lleno de adrenalina.
—¡Me encantó! —dijo —¡No volveré a subirme a esa cosa jamás!
—¡¿Qué?! —le pregunté y reventé a carcajadas. —¿Como que no volverás a subir si acabas de decir que te encantó?
—Si me encantó pero si vuelvo a subir ahí me explotará el corazón y luego me quedaré sin cuerdas vocales —me explicó y volví a reírme.
—Me alegra que te haya gustado, Han —le dije, aún riendo. Me acerqué a él y lo abracé por la cintura al percatarme de la mirada de un grupo de chicos sobre él. —Pero no te preocupes, hay muchas otras atracciones que no harán que tu corazón explote.
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Salvándote
Fiksi RemajaUn chico joven llamado Han Jisung ha estado hasta el cuello de deudas desde que es adolescente. Una noche queda despedido del único trabajo en el que fué aceptado. No tiene a dónde ir, no tiene dinero ni donde caerse muerto. Decide ir al río Han y...