Minho se separó y mirándome me sonrió. Tomó una servilleta que estaba sobre la mesa que teníamos al lado y sujetando mi mentón procedió a limpiarme un poco la cara.
Yo no estaba pensando en más nada, solo estaba perdido en sus ojos y un poco aturdido por lo que acababa de hacer.
—¿No te gustaría ir a mi habitación? —me preguntó Minho y mi cabeza se llenó de dudas.
—¿Tu habitación? Mejor no-
Mis palabras fueron acortadas cuando una de las manos de Minho se metió dentro de mi pantalón y tomó mi miembro descaradamente robándome un gritito.
—El que está abajo eres tú, yo solo lo sugerí para que estuvieras más cómodo —habló él.
Yo tenía los ojos cerrados con fuerza y no podía entender bien las palabras de Minho. Sentía la necesidad de que su mano fuera más rápida.
Cómo pude terminé acotandome completamente en el suelo.
Mi espalda se arqueaba en ciertos momentos y apretaba los dedos de mis pies. Esto se siente como una tortura pero a la vez no.
Sentí una respiración en mi oreja y al abrir mis ojos ví a Minho casi acostado sobre mi, se estaba sosteniendo con su brazo libre.
—Me gustaría hacerte tantas cosas ahora mismo —dijo Minho en mi oído —¿Hay algo que quieras? Por como te mueves creo que sí.
—Más... —le dije casi como un jadeo.
Recuperé el aire que me faltaba cuando Minho alejó su mano pero a la vez me enojé un poco, ¿Por qué se había detenido?
—Me tienes insaciable —me dijo Minho agarrando su miembro erecto nuevamente. Juntó su frente con la mía quedando sobre mí y lo próximo que sentí fué su pene junto al mío y a su mano masturbándonos a los dos al mismo tiempo.
Mis manos estaban temblando y me sentía desesperado, debía sujetarme de algo o tomar algo con fuerza. Lo que estaba sintiendo allí abajo era muy fuerte.
—Pon tus manos en mi espalda —escuché a Minho hablarme con esa voz gruesa. No me quedó otra que hacerle caso.
Puse las palmas de mi manos en su espalda desnuda. Comencé a pasearlas, su piel se sentía tan suave y pude percatarme de unos pequeños lunares en ella.
—Detente, es mucho ya —le pedí segundos después. Sentía que iba a desmayarme.
—Ya estás por correrte, viene la mejor parte Han —me respondió él y atrapó mis labios.
Su mano comenzó a moverse más rápido y sin querer enterré un poco mis uñas en su espalda, lo cual me asustó pero solo obtuve un jadeo de su parte.
—Hazlo otra vez —me pidió Minho.
Sinceramente yo no estaba usando mucho la cabeza de arriba así que no me lo pensé mucho y lo volví a hacer, además que me ayudaba a descargar tensiones.
Cuando Minho cerró más su mano alrededor de nuestros miembros clavé mis uñas en la parte superior de su espalda y recibí otro jadeo por parte de él. ¿No le duele?
—Minho... Minho detente- ¡Ah! —grité y arqueé mi espalda cuando ya no pude aguantar más y me corrí. —Minho-ah...
Mi semen estaba cayendo sobre su mano y mi abdomen, soy fiel creyente de que si Minho sigue moviendo su mano voy a desmayarme.
—Ahora me toca a mí —me dijo Minho y me besó. A los segundos sentí su semen llenarme a mí también y abrí mis brazos a cada lado como si estuviera haciendo un ángel sobre la nieve, me sentía exhausto.
Abrí mis ojos y Minho solo estaba ahí mirándome con una sonrisa.
—Deja de mirarme —le dije. Minho soltó una risa nasal y pasó su lengua por su dedo corazón que estaba lleno de nuestros fluidos.
No sé cómo describir lo que acaba de hacer la verdad.
—Yo no-
—¿Tú no qué? No me digas que estás arrepentido —me interrumpió Minho —Yo no me arrepiento de nada. ¿Cómo me arrepentiría de tenerte así? Con esos labios hinchados y apetitosos, con tus pezones pidiéndome que los chupe hasta dejarlos rojos, muerto de la excitación... No, jamás me arrepentiría de esto.
La vergüenza volvió a mí y busqué subirme el pantalón pero Minho puso su mano sobre la mía y me lo impidió.
—¿Por qué te rehúsas? Esto te gusta tanto como a mí.
Sin dejar de mirarme Minho gateó hacia atrás y ví las estrellas cuando lamió la extensión de mi pene.
—Algo me dice que la palabra gustar se queda corta. Esto te encanta —agregó y comencé a retorcerme como una lombriz cuando metió mi pene a su boca y comenzó a chuparlo así como yo había hecho con él.
Enredé mis manos en su cabello y abrí un poco más mis piernas.
Miré hacia abajo y él tenía su mirada clavada en mi, ¿Por qué nunca deja de mirarme? Qué vergüenza.¿Por qué esto se siente tan bien pero a la vez no? Siento apuro por correrme pero a la vez... ¿Qué ha hecho Minho conmigo?
—Asi~ —dije.
Las manos de Minho comenzaron a pasearse por mis muslos y yo con cada toque de su piel sentía que ardía pero a la vez lo sentía como una caricia que necesitaba.
Solo hice mirarlo y detallar como chupaba con tanto esmero pero a la vez con tanta delicadeza y sin más espera me corrí.
Traté de quitarme pero me tomo fuerte de las piernas y no se alejó hasta que quitó todo rastro se semen con su boca.
—Te dolerá la espalda luego de esto —habló Minho y abrí mis ojos. Mi cuerpo estaba tan sensible en este momento.
Se había acostado a mi lado, su cabeza chocaba con las patas de la mesa pero de igual forma se quedó ahí.
—¿Desde hace cuánto haces estás cosas? —le pregunté.
—Desde los diecisiete casi dieciocho. Una vez inicias no puedes parar —me respondió él —Tampoco es que soy un regalado, tengo mis muñecos para cuando quiero hacer estas cosas.
—¿Muñecos?
—Los llamo así. Solo nos vemos para tener relaciones y las dos partes están de acuerdo y bien con eso... Nadie se resiste a mí, nisiquiera tú —al terminar de hablar me guiñó un ojo y yo elevé una de mis cejas. —¿Por qué pones esa cara? ¿No estás de acuerdo con lo que dije?
—Creo que debería irme a mi habitación —dije ignorando sus palabras.
—¿Cuando serás capaz de decir lo que piensas? ¿Crees que soy un estúpido por decirte lo que pienso? —me preguntó y yo negué —¿Entonces? Yo tampoco pensaré que eres un estúpido si me dices lo que piensas.
—No creo que caí ante tí, no del todo —dije con mi mirada en el techo.
—¿Quieres decir que los dos caímos ante el otro? —me preguntó y yo asentí. —Bueno, algo de razón sí tienes. ¿De verdad nunca habías hecho algo como esto?
—No, nunca. ¿Cómo iba a hacerlo?
—Pero me habías dicho que una vez hubo alguien... Perdón, ¿Te incomodé? —me dijo Minho cuando yo me senté de golpe.
—Yo con esa persona nunca hice nada —le respondí seco.
—Es un tema delicado para tí —dijo Minho y yo solo asentí —Bueno... Solo no te avergüences de hacer estas cosas y menos si te gusta. A mí me gusta mucho.
—Ya pude ver que te gusta —le dije y él rió haciéndome reír a mí también.
—Pero me está comenzando a gustar más otra cosa.
—¿Mi cara llena de tu semen?
—¡Bien Jisung! Ya estás dejando la pena atrás. No es eso, eso me encanta pero me está gustando otra cosa también —me respondió y yo rodé los ojos.
—¿Y qué es esa cosa? —le pregunté incrédulo y él volvió a besarme.
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Salvándote
Ficção AdolescenteUn chico joven llamado Han Jisung ha estado hasta el cuello de deudas desde que es adolescente. Una noche queda despedido del único trabajo en el que fué aceptado. No tiene a dónde ir, no tiene dinero ni donde caerse muerto. Decide ir al río Han y...