𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 24

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—¿Minho? ¿Qué haces aquí? —le pregunté emocionado cuando lo encontré viendo la televisión en la sala de estar.

Voy despertando y bajé para desayunar antes de empezar con mis deberes y me asusté cuando ví a alguien viendo la televisión en la sala de estar, luego supe que se trataba de Minho y me sorprendí porque a esta hora se supone que debería de estar en el trabajo.

—¿Me estás botando? —fingió estar ofendido —Y yo que me tomé el tiempo de llamar a la oficina e inventar que estaba enfermo y que por eso no podría ir. Mentí por tí y ahora me echas.

—¿De verdad no irás a trabajar hoy? —le pregunté y cuando él negó con la cabeza y una sonrisa corrí hacia él y lo abracé.

—Vaya, de haber sabido que me ibas a tratar así te habría dicho que estoy enamorado de tí desde mucho antes —dijo Minho y yo reí para luego sentarme a su lado en el sillón.

—Ayer casi no pude dormir pero es porque estuve pensando mucho y creí que iba a sentirme avergonzado luego de nuestra conversación de ayer, y no. Me dí cuenta de que no importa que todo se dió muy rápido. Para mí es más importante el cómo demuestras tu cariño hacia mí —le conté. Minho rió nasal y con una sonrisa tomó mis manos.

—Somos adultos, no debemos de andar como adolescentes dandole mil vueltas a sus sentimientos —habló el rubio —Me gusta que todo se haya dado como se dió porque no perderé tiempo para amarte y quererte.

Ante esas palabras solo pude mirar a otro lado mientras sentía mariposas revolotear en mi estómago.

—Yo tampoco dormí mucho ayer, estaba muy ocupado pensado en tí. Y decidí no ir a trabajar hoy porque quiero pasar más tiempo contigo, el que ya tenemos no es suficiente para mí —habló Minho luego de unos segundos —¿Para tí son suficientes? ¿Solo la tarde y la noche juntos? ¡Es muy poco!

Reí ante su comportamiento cómico y exagerado.

—¿Por qué te ries? ¿Te estás riendo de mí? Oh no Han Jisung, estás muy equivocado. Esto es muy serio, voy a tener que esposarte a mí y llevarte a todos lados, hasta al baño —comentó Minho. —No te quiero lejos de mí ni un segundo.

—Estás loco, Minho. No podemos estar juntos todo el tiempo —le dije, riendo ante su ocurrencia—.

—Espero que no sea verdad lo que acabo de escuchar, ¡Espero que no sea verdad! —dijo Minho indignado y con una mano en su pecho. —Ya verás que si se puede, ya lo verás.

—Eres más intenso que mi mamá.

—Yo solo quiero que me des la razón —me pidió acercando su rostro al mío.

—Está bien, tienes razón, el tiempo que pasamos juntos nunca parece suficiente.

—Eso es lo que quería escuchar —respondió él, con una sonrisa satisfecha en su rostro. —Y sí, estoy loco, loco por ti.

Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Pronto, me puse de pie con la intención de ir a la cocina a prepararme algo para desayunar pero Minho me tomó del brazo y me llevó con él en la dirección opuesta.

—Minho debo ir a desayunar —le aclaré.

—Vamos, tengo una sorpresa para ti —dijo, su sonrisa era contagiosa.

Nos guió hasta la azotea de la casa, donde habían colocado una pequeña mesa con un desayuno preparado. Había tostadas, jugo de naranja, huevos revueltos y frutas frescas. Todo se veía delicioso.

—Espero que te guste —dijo Minho, mirándome con expectación.

—Me encanta —respondí, dándole un beso en la mejilla. —Gracias, Minho. De verdad que no me esperaba esto.

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