—¡Vete de aquí! —le grité cuando Minho entró a la habitación y comenzó a acercarse a mí.
En un momento lleno de tensión, me alejé cuando él trató desesperadamente de retenerme en sus fuertes brazos.
Minho, con su característica paciencia, pasó las manos por su cabello con una visible frustración. Pude notar la lucha interna en él, tratando de mantener la calma frente a mi angustia.
—No llores Han, todo está bien ¿Si? Todo estará bien —me aseguró con un intento de sonrisa que se notaba forzada.
Era esa misma sonrisa fingida que todos me ofrecían en momentos de crisis.
—¿Sabes qué? El que se marchará seré yo. Honestamente, no sé qué estoy haciendo aquí en primer lugar —le informé con una decisión inquebrantable —Me iré con lo que vine, nada.
Tomé mi celular, mi único bien en ese momento, y salí de ahí con Minho siguiéndome, implorándome que no me fuera.
—Es muy tarde, ¿A dónde vas? —preguntaba Minho, su voz se perdía en la distancia que nos separaba.
—A dónde pertenezco, la calle —le respondí, mirándolo a los ojos de manera desafiante antes de voltearme para abrir la puerta principal y salir de ahí. —Ábreme ¿Dónde están las llaves?
—No creas que voy a permitir que te vayas a estas horas. Estás enojado, triste, te sientes desamparado pero no tomes decisiones con la mente caliente ¿Si? —Minho comenzó a parlotear, sus palabras un ruido de fondo para mi desesperación.
No lo soportaba más, solo quería que se callara. Tapé mis oídos con fuerza y me agaché. No soporto esto.
Observé a Minho hacer un pequeño puchero con sus labios y luego caminó hacia mí para sentarse en el suelo a mi lado. —No soy tu enemigo Han —me aseguró él, poniendo su mano en mi hombro con una calidez que me resultaba ajena.
—Llama a mi abuela, quiero a mi abuela, ella va a sacarme de aquí —le pedí, mi voz a punto de quebrarse en un llanto desconsolado.
—¿Tu abuela? Pero ella falleció Han, tú mismo me lo dijiste.
—¡No! Llámala. Ya tengo celular llámala, llámala —repetí con desesperación, viendo cómo mis manos temblaban sin parar y mi piel se veteaba.
Con mi vista borrosa por las lágrimas, ví las manos de Minho sujetando las mías y luego me abrazó con una fuerza que me sorprendió. Yo luchaba por alejarme pero sus brazos musculosos y fuertes no me lo permitían.
Todos los que he conocido han sido mis enemigos, me han engañado, mentido, aprovechado, burlado, dañado y matado; todos menos mi abuela. Nunca conoceré a un ser humano mejor que ella, jamás. Ella siempre fue mi escape y mi apoyo, hasta que mi madre me alejó de ella llevándome lejos y prohibiéndome verla. Luego, el tiempo, tan malo y cruel, decidió que mi abuela ya había vivido mucho y me la arrebató, me la arrebató sin darme siquiera un segundo para decirle adiós.
—Todo estará bien Han… —Minho intentaba consolarme pero no podía creer ni una de sus palabras. No eran fiables para mí.
—Me dijiste que si no podías ayudarme me dejarías ir y no me detendrías —le recordé.
✧───୨୧───✧
Luego del episodio vergonzoso de anoche, Minho me dio una pastilla para dormir. Ya va a llegar la hora del almuerzo y apenas voy despertando.
Se me había olvidado decir que desperté y Minho estaba dormido en una silla al lado de mi cama.
—¿Qué haces ahí? —le pregunté a Minho, despertándolo de un brinco.
ESTÁS LEYENDO
Salvándote
Genç KurguUn chico joven llamado Han Jisung ha estado hasta el cuello de deudas desde que es adolescente. Una noche queda despedido del único trabajo en el que fué aceptado. No tiene a dónde ir, no tiene dinero ni donde caerse muerto. Decide ir al río Han y...