𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 10

2K 184 85
                                    

Sus labios se movían lento sobre los míos y pude seguirle el ritmo.

Abrí mis ojos cuando sus dientes se cerraron apresando mi labio inferior, lo estiró un poco y luego lo soltó.

Me quedé perplejo viéndolo sonreír de lado.

Siguiendo todos sus movimientos lo ví sentarse al otro extremo del sillón. Separó un poco sus piernas y empujó sus caderas hacia adelante en un movimiento lento.

Mis ojos se posaron en sus manos venosas y en como fueron bajando el jogger y la ropa interior de Minho hasta que su miembro quedó expuesto.

Minho echó su cabeza hacia atrás y luego de soltar un suspiro su mano derecha comenzó a bajar y a subir por toda la extensión de su miembro.
Podía ver la cabeza de su pene roja e hinchada.

Tal vez Minho si tiene razón y me gusta mirar... Me causa mucha curiosidad. Todo en él me causa curiosidad en realidad.

Lentamente me senté correctamente dejando de estar apoyando sobre mis codos. Minho abrió sus ojos y me miró, yo solo pude ver hacia abajo donde mis  manos temblaban nerviosas.

Lo escuché soltar una risa nasal y volví a mirarlo, ahora él se encontraba mirando al techo.

—Que gracioso es que tenga que hacer esto para que puedas mirarme —habló él y sentí mis mejillas calientes. —¿O estoy equivocado?

El fuerte sonido como de chapoteo que generaba el movimiento de su mano alrededor de su miembro me robó mi atención. Los casi quejidos de Minho estaban presentes también y yo comenzaba a sentirme como la vez anterior.

Dí un pequeño brinco cuando tiras de semen comenzaron a salir del miembro de Minho y su mano derecha reposó sobre su abdomen.

—Mira lo rápido que me haces venir solo con mirarme —habló Minho y yo no podía sentirme más avergonzado. —¿Por qué esa cara? A los dos nos gusta esto.

Mi boca se abrió con sorpresa cuando ví a Minho prácticamente untando su dedo en dónde había caído parte de su semen y llevándoselo a la boca.

—Siendo sincero me gusta más el tuyo.

—¿Qué? ¿Qué mío? —le pregunté aún perplejo.

—El sabor de tu semen —me respondió y yo me obligué a cerrar la boca —Entiendo que esto sea nuevo para ti pero si sigues quedándote con las ganas te va a doler más ahí abajo.

—¿Doler? ¿Y cómo sabes que me...?

—Llevas años privandote de decir o hacer lo que quieres, ahora eres más libre que antes, ¿Por qué seguir obligandote a callar? ¿Por qué seguir obligandote a no sentir? —me preguntó Minho.

Razón no le falta, es solo que no sé cómo romper con eso.
No sé hacer algo que yo quiera porque nunca he podido hacerlo, siempre hay alguien más diciéndome lo que debo hacer o lo que debo decir.

Pero Minho no es una de esas personas.

—No sé cómo hacerlo —hablé yo mirándolo a los ojos.

—¿Hacer lo que quieras? ¿No sabes hacer eso? —me preguntó él y yo negué con la cabeza —Es sencillo, a ver ¿Qué quieres hacer ahora? ¿Qué es lo que pasa por tu mente o qué es lo que te demanda tu cuerpo?

—Yo...

—Solo estamos tu y yo, nadie va a juzgarte, no deberías avergonzarte.

—Yo q-quiero que me b-beses —le dije.

Minho sonrió y se deslizó en el sillón hasta quedar sentado frente a mí.

—Lamento que vaya a ser un poco sucio —dijo él y antes de que pudiera preguntarle a qué se refería mis labios fueron llenados de semen y nuevamente los belfos de Minho estuvieron sobre los míos.

Salvándote Donde viven las historias. Descúbrelo ahora