Destino en el tiempo

33. De Caballeros y Espadas 5

Si había una razón para el silencio sobre la espalda de Efret, entonces tenía que ver con él y no con Arturia. No era que no quisiera disipar el silencio, sino que no podía formular ninguna palabra. En cambio, su mirada simplemente no abandonaba la forma de Arturia. Su atuendo era tan surrealista que al principio todavía no podía creerlo. Sin embargo, la sensación de la espalda de Arturia presionando contra su pecho mientras cabalgaban sobre Efret era inconfundible. Era suave y tenía fragancia de flores frescas.

A pesar del tamaño de Efret, en realidad no había mucho espacio encima de su espalda. Después de todo, ni él ni Arturia querían molestar a Efret acercándose demasiado a una de sus alas batientes y desequilibrándola. Por lo tanto, los dos se sentaron directamente en el centro de la espalda de Efret, Arturia al frente y Shirou detrás de ella.

Además, Shirou no solo estaba preocupado por el silencio, sino que también estaba preocupado por si debía o no abrazar a Arturia para asegurarse de que no se cayera de la espalda de Efret debido a los vientos de gran altitud. A diferencia de él, que podía reforzar su cuerpo para asegurarlo de forma segura sobre las plumas de Efret, Arturia no tenía ese lujo; si el apretón de nudillos blancos que tenía era algún indicio de su difícil situación.

Pensándolo bien por última vez, decidió guardar su reserva a cambio de que Arturia experimentara un vuelo más cómodo.

Justificando sus acciones con ese único pensamiento, la rodeó con sus brazos. Inesperadamente, ella se sobresaltó por la acción, su rostro enrojeció a pesar de que él no podía verlo. Solo por su proximidad a ella, sintió cuando un ligero escalofrío recorrió su cuerpo. Lo mismo sintió cuando ella comenzó a relajarse. El agarre que tenía sobre Efret se aflojó hasta que movió sus manos sobre las de él, que estaban envueltas alrededor de su espalda y apretadas sobre su estómago.

"Gracias", dijo en voz baja; cuyo tono carecía de la agudeza general que normalmente anunciaba ante los demás. Por lo tanto, la feminidad en él era inconfundible incluso cuando ella inclinó la cabeza hacia abajo avergonzada. Claramente, ella estaba siendo consciente del hecho de que él se había dado cuenta de sus problemas.

La necesidad de acercarla casi lo abrumó en ese momento, pero se recuperó y puso la expresión más tranquila que pudo reunir en su rostro.

En lugar de responder al agradecimiento de Arturia, asintió. Aunque, sólo después se dio cuenta de que Arturia no habría podido verlo asentir con sus posiciones. Por eso, abrió la boca para responder.

"No hay problema", dijo, endureciendo su voz para asegurarse de no revelar nada.

Sin embargo, en ese momento cuando abrió la boca, fue el mismo momento en que sus preocupaciones salieron de ella.

"Tú, ¿estás seguro de que deberías haber venido?" Preguntó.

Los peligros que le aguardaban eran mucho mayores que cualquier cosa que debería haber enfrentado antes, ya que se sabía que las especies fantasmales eran difíciles de tratar incluso para los magos. Por otra parte, encontrar uno en la era moderna fue un milagro suficiente.

Casi por instinto, pudo decir que el humor de Arturia se había agriado hasta el punto de que una refutación estaba en su boca; el rubor de su rostro por la vergüenza cambió más hacia una ira que surgía de emociones que ella misma no sabía cómo controlar. No importa cuánto intentó ocultarlos, todo fue inútil cuando le impidieron pensar con claridad. Era algo que él mismo sabía muy bien.

Él la abrazó con más fuerza y ​​la interrumpió antes de que ella pudiera siquiera hablar.

"¿Por qué?" Fue todo lo que pidió.

Sabía que este tipo de preguntas serían difíciles de responder para ella, pero él mismo quería saber hasta dónde había llegado en la vida de Arturia. ¿Era simplemente alguien a quien ella consideraba familiar o amigo? ¿O fue algo más? Incluso enfadarse sólo porque insinuó que sería mejor para él ir solo, ¿qué significaba todo eso? Pero más importante aún, ¿podría admitir algo?