Destino en el tiempo

27. Joven adolescencia 19: El mago de espadas Parte 2

Si uno supiera lo que es contemplar un espectro de muerte, entonces seguramente sería similar a las expresiones reflejadas en el acero de las espadas que se alzan sobre él. Algunas eran irregulares, otras prístinas y lisas, con los bordes cubiertos de un fino tinte rojo debido al calor que las rodeaba.

El peligro que entrañaban era evidente; la tensión por sí sola que se había manifestado repentinamente sirvió como una disuasión que causó que la fuerza de uno se fuera agotando gradualmente.

Después de todo, si los fuegos que ardían y retorcían no fueran suficiente advertencia, entonces esas espadas que colgaban desde arriba sin medios físicos seguramente lo serían.

Los humanos eran cosas volubles. Si no podían entender algo, entonces era obra de un poder superior, bueno o malo. En cuyo caso hay que tener en cuenta algo más.

Y esa es la perspectiva.

El arma ofensiva indiscutible en toda la época fue la Espada. Eran obra de leyendas y vasijas capaces de contener aquello que no podía entenderse por medios normales. Espadas capaces de perforar la piel de los dragones y bañarse en su sangre, y espadas que podían dividir las montañas con un solo golpe, tales leyendas no eran raras. A menudo, se les contaba a jóvenes de noble cuna y, en algunos casos, incluso a las masas.

Esas armas, de las que se habla en los cuentos populares difundidos por todo el continente, resonaron en la mente de muchos.

Siegfried, el que se baño de la Sangre de Dragón.

Beowolf, el asesino de bestias.

Ambos eran conocidos por su valentía y poder, pero para muchos Caballeros era indiscutible que sin sus espadas y armas figuras como Beowulf y Siegfried nunca habrían triunfado. Eran espadas mágicas. Tenían que serlo para poder realizar las hazañas descritas en la leyenda.

Por lo tanto, hubo un cierto terror que echó raíces en los corazones de los Caballeros de la familia Vernier que contemplaban las espadas flotantes.

Espadas Mágicas; No había duda de lo que estaban pensando los Caballeros y las personas presentes. Y si tal cosa fuera cierta, ¿no significaría eso que estaban ante una figura comparable a las de las que habla la leyenda? ¿El que sus padres presentaron como personas en las que esforzarse por llegar a ser?

Cuando el sonido de sus pasos comenzó a resonar desde dentro del polvo creado por el impacto de los escombros, esto fue lo que presenció: hombres adultos congelados por el miedo en sus ojos, sus piernas temblando ya que algunos incluso habían caído al suelo. de rodillas.

Poco después los ignoró y centró su atención en la que sangraba en el suelo, con una herida en la espalda. Por un momento, se le cortó la respiración al reconocer que el cabello rubio y la espalda pequeña intentaban cargar con más de lo que uno jamás podría cargar. Desde allí, sus ojos rápidamente se dirigieron al joven con armadura que estaba junto a ella buscando respuestas, e incluso entonces, eso solo duró un momento antes de que corriera a su lado.

Arturia.

Ella había estado acostada boca abajo sobre su estómago, con el brazo aún extendido hacia una marca manchada en la pared del edificio que había explotado como resultado de la liberación de poder mágico de él y Efret. Sin embargo, hablaremos más sobre el caso de Efret, ya que la rápida expansión y las llamas que fluían de su cuerpo aumentaron exponencialmente la presión dentro de esa habitación subterránea.

Con cuidado, la apoyó contra él. Tenía los ojos entrecerrados y parecía como si fuera a perder el conocimiento en cualquier momento. La abrazó e instó a Efret a subir para protegerlos por un momento.