•¿Podría alguien prohibir que le tomen fotografías y hacer que todos le obedezcan?•
El amarse a uno mismo es una necesidad, si no cumples con ello te resultará difícil desarrollarte como ser humano... Pero ¿Quién ha dicho que eso es algo fácil? Para...
El pequeño Yongbok siempre fué un ser de luz, transmitía felicidad al enorme y frío castillo, diariamente conversaba con todos los empleados del lugar y nunca menospreció a nadie.
Cuando este salía del castillo siempre lo hacía en brazos de su madre. El reino lo amaba, les parecía el ser más puro y adorable, nunca lo vieron como algo supremo o intocable, ya que este solía participar en varias actividades que involucraban el contacto directo con el pueblo, asistía a las escuelas a saludar a los niños de su edad y les hablaba de cosas que tal vez ellos no sabían acerca de su reino, sin embargo, no todo en la vida es color de rosa.
En sus encuentros llegaba a conocer a niños muy diversos, cada uno tenía un talento y un punto débil diferente al de los demás y Yongbok, al ser un niño bastante curioso se dedicaba a analizar a cada uno de los niños con los que se encontraba para así hacerlos sentir cómodos y especiales, al igual que sus padres hacían con él.
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Se encontraba en una cena llena de hijos de personajes ricos dentro del reino, algunos con negocios y trabajos honrados, otros tal vez con dinero considerado deshonesto, pero por el momento él no podía intervenir ante tales problemáticas, ¿Que tenía que hacer? Sentarse en su trono a observar y saludar a quienes tuvieran la valentía de acercarse a conversar con la familia real.
Su trono era bellísimo, Yongbok disfrutaba de los lujos, más no dependía de ellos, era un príncipe que podía estar sentado hasta en el barro con una sonrisa inquebrantable en su rostro. Sus hermanas le acompañaban cada una en un costado diferente, ya que estaban acomodados por orden de nacimiento. Él era el comúnmente llamado "hijo sandwich" para él era ideal, no sería el heredero al trono ni tampoco sería el bebé del reino, aunque muchos así lo consideraban por su actitud angelical.
Su hermana Olivia era aquella que tenía más posibilidad de hablar con él en ese momento, ya que a la pobre Rachel, su hermana mayor, la tenían metida en las conversaciones con otros nobles debido a su puesto como heredera al trono.
— ¿No te gustaría a ti ser el heredero al trono?
Preguntó su pequeña hermana, mirando encantada hacia la dirección en la que se encontraba su hermana mayor. Yongbok imitó su acción, Rachel estaba en medio de un grupo de hombres importantes en el reino, esta se notaba nerviosa, después de todo en ella caían todas las expectativas, suspiró sintiendo empatía por su hermana.
— Bueno... Es una responsabilidad muy grande y una carga muy pesada, nosotros tendremos papeles que tomar en su momento pero no algo tan duro como el de ella... Estoy un poco aliviado
Olivia asintió lentamente como si dudara de algo, después de un rato finalmente preguntó.
— ¿Sabes lo que me preocupa? En las historias las princesas siempre se casan con el príncipe de sus sueños, pero... Nuestra hermana es una reina y en la realidad los matrimonios son por conveniencia, es triste que no pueda casarse con quien ella desee.
