XXI

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Se dedicó a vagar por las calles lentamente, no tenía ánimos para regresar a la granja.
El príncipe no quería verlo más ¿Por qué? Ni siquiera le había dado una buena explicación, sólo dijo: "Creo que es algo que tarde o temprano me va a afectar, no sólo a mí, a ambos" ¿A ambos? ¿Que iba a saber él de lo que le podía afectar?

Ese día fue uno de los más felices, su corazón estaba lleno de gozo y el príncipe simplemente llegó y lo apuñaló, toda la felicidad se escurrió al igual que la sangre.

No podía ni siquiera llorar, estaba riéndose de sí mismo, si alguien lo mirara pensaría que estaba loco por ir riendo solo por las calles.
Por más que quiso alargar el recorrido el sueño comenzó a dominarlo y con eso regresó a la granja Kim, era tarde, seguramente todos ya estaban dormidos y eso era un alivio.
Llegó hasta la habitación y miró todas sus cosas dispersadas ordenadamente por el lugar, se había instalado muy cómodamente y comenzaba a sentirse  como en su segundo hogar, era una lastima que tendría que dejarlo.
Comenzó a tomar cada objeto para rehacer su maleta, se recostó en la cama para dormir y observó el techo.

- Que idiota, me echó del reino antes de comenzar con su pintura.

Rió, era lo único que podía hacer, se sentía fatal, la vida no se cansaba de restregarle en la cara que su destino era la soledad y aún así él seguía aferrado a la idea de encontrar a alguien que se hospedara permanentemente en su corazón, quizá la respuesta estaba en Francia, quizás aquellas personas destinadas a estar con él eran sus compañeros y él tenía que aceptarlo.
Claro que apreciaba a sus amigos, los quería demasiado, eran su única compañía... Pero él realmente necesita una relación más fuerte, una relación diferente.

Cerró los ojos y de ellos salió una sola lágrima, su corazón se había marchitado nuevamente, una sensación que no extrañaba ni un poco.

A la mañana siguiente tomó su pequeña maleta y su bolso lleno de material de pintura, saldría a despedirse de todos allí, agradecer por su hospitalidad y marcharse.
Todos en ese lugar eran madrugadores y trabajadores así que cuando bajó encontró a Dahyun en la cocina horneando como de costumbre, la chica notó su presencia, al igual que sus maletas.

- ¿Te marchas?

Preguntó sorprendida dejando de lado aquella mezcla que preparaba.

- Si.. no puedo quedarme para siempre, es una pena, pero debo ir a trabajar.

Dahyun sonrió, Hyunjin tenía razón, él en algún momento tendría que regresar a su hogar pero sabía que su repentina retirada ocultaba algo.

- Al menos no estuviste de perezoso aquí, ¿Vendiste muchos trabajos verdad?

Asintió, en el tiempo en que estuvo en Italia se dedicó a hacer pequeños trabajos para varias personas, algunas le hacían encargos y otras le compraban sus pinturas ya terminadas, también se dedicó a sacar fotografías a familias y estudiantes, fue una increíble experiencia, hizo muchas cosas que no pudo hacer la vez anterior al estar encerrado en un calabozo, se llevaría una infinidad de fotografías de paisajes y lugares.

- Hyunjin... No pierdas la esperanza, lucha por lo que deseas, todo ocurre en el momento adecuado.

Yongbok no se equivocaba cuando decía que los Kim eran casi adivinos, las palabras de Dahyun fueron una gota de agua para su corazón marchito, realmente le habían dado consuelo.

- Lo sé, sólo que a veces es difícil esperar.

Dahyun tomó una caja llena de galletas y la metió a una bolsa de papel, se la entregó junto con una pieza de pan recién sacada del horno.

Fotografía Prohibida - HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora