XXVII

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Mientras ellos estaban sumergidos dentro de un maravilloso sueño, el palacio de Vicenza estaba hecho un caos.

Aquella mañana en la que se marcharon de Italia para comenzar su aventura en París, todo explotó.

El día comenzó con normalidad, para las empleadas no fué sorpresa no encontrar al príncipe dentro de la habitación, era muy común que este saliera temprano a dar un paseo por el inmenso jardín, sin embargo, este tampoco se presentó al desayuno como era costumbre.

Estaban todos los integrantes de la familia real sentados en la gran mesa, esperaban al hijo varón para comenzar a comer, pero su atraso se prolongaba cada vez más generando un malestar en los demás miembros.

Cuando la espera fue lo suficientemente larga, el Rey mandó a uno de los hombres de servicio a que fuera a buscarlo y se dirigió a su familia.

— ¿Dónde está tu hijo?

Preguntó casi con reproche a la reina que se encontraba tensa, sabía que en cuanto Yongbok cruzara esa puerta una pelea entre padre e hijo dominaría la sala.

— No lo sé, no lo he visto esta mañana.

El rey resopló irritado y se dispuso a cuestionar de igual manera a sus hermanas.

Nosotras tampoco lo hemos visto desde ayer... Sólo nos vemos en las comidas.

¿Desde cuándo el ambiente familiar se había arruinado tanto? En el pasado convivían entre ellos como la familia que eran, ahora se habían convertido en simples compañeros de vivienda, estando conectados por sangre pero totalmente distanciados corporal y emocionalmente.

El joven empleado entró nuevamente a la sala con una mirada temerosa y pronunciando palabras entrecortadas.

¿Que sucede? ¿Por qué no hablas?

El rey comenzaba a impacientarse y el joven no podía formular ni una sola frase.

Bueno... Cuando llegué a la habitación del príncipe las empleadas estaban haciendo la limpieza del cuarto, mencionaron que no vieron al príncipe salir de ella por la mañana... Después fuí al jardín, allí se encontraba el jardinero, le pregunté si lo había visto y la respuesta también fue negativa... Fui a su oficina y no hay ninguna presencia en ella.

El rey se levantó de la mesa alarmado y rojo del coraje.

— ¡¿Me estás diciendo que no lo encuentran?!

El joven negó nervioso, temblaba de los pies a la cabeza, tenía a la máxima autoridad del reino gritándole muy temprano por la mañana, definitivamente no era una experiencia bonita.

Llamen a Minho, él debe saber algo.

Tal como el rey lo ordenó, el Príncipe Minho entró a la sala, se veía confundido y a la vez tranquilo.

¿Me llamó?

Asintió y lo invitó a acercarse aún más, todo ante la atenta mirada de las mujeres de la realeza.

— ¿Has visto a Yongbok esta mañana?

Su ceño se frunció al sospechar que nada bueno estaba ocurriendo.

No...

— Es increíble.

El rey arrojó los platos al suelo, creando un ruido estruendoso que alarmó a cualquiera que lo hubiese escuchado.

¿Que sucede? ¿Pasó algo?

Minho comenzaba a preocuparse ante el ambiente tenso que reinaba en la habitación.

Fotografía Prohibida - HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora