Louisa: Congelada

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Salgo de clases y ya siento que algo anda mal. Desde que intentaron secuestrarme, mis padres habían incrementado la seguridad. Pero que haya casi un ejército a las afuera de la escuela y con varios carruajes ya listos. Es preocupante.

—¡Vaya! Estamos en guerra —exclama Warlock mirando a los carruajes—. Y ya que me estaba adaptando a este lugar.

—¿A qué te refieres? —pregunto confundida.

—Solo la guerra provoca que los padres de esta prestigiosa institución, saquen a sus amados hijos de las aulas —No logra decirme más porque unos guardias con el escudo de su familia se lo llevan a un carruaje y se despide enérgicamente.

Mis guardias me guían hasta mi carruaje y salimos lo más veloces posible. El ambiente en la capital es terrorífico. Las tiendas, las casas, los edificios están cerrando sus puertas, algunos con tablas de madera, otros con hierro. Llegamos al castillo y es todo un absoluto despropósito. Militares de alto y bajo mando corriendo por todos lados, ministros asustados como emocionados y mis tías con mi madre siendo informadas por mi hermana de los acontecimientos. Me separo de mis guardias y me acerco a ellas.

—... padre ya se aproxima con una flota de más de veinte mil soldados desde los planetas y ya están en las tierras de Atlas. Tenemos que movilizarnos para que los espectros no ataquen a los demás —termina Seraphine de explicar la situación.

—¿Qué sucede? —pregunto y espanto a mi madre. Se nota que tiene los nervios de punta.

—Menos mal que ya estás aquí —comenta mi hermana firme—. Están prohibidas las clases hasta nuevo aviso, no saldrás de estos muros y mucho menos andarás sola.

—Te irás de inmediato a mi palacio en el reino central —apela mi madre dando órdenes a sus guardias y estos se van de inmediato.

—Si quieren, Lou se pude quedar conmigo —interviene mi tía Luna—. No estará sola y mis tierras están bien resguardadas.

—Prefiero con la tía Luna —digo apresurada—. Por favor.

Hago pucheros y logro mi cometido. Mi madre acepta a regañadientes y las cinco nos vamos hacia la sala de reuniones del consejo de mi padre. Donde ya se encuentra los militares en conjunto con el dios Seth y su hijo Demian.

—Que bien que llegan —exclama el dios. Yo me quedo pegada a mi tía—. Luna, necesito que tus herreros empiecen a fabricar armamento, así como la guerra de los dragones.

—He dejado muy en...

—No te lo estoy pidiendo, te lo ordeno. Estamos hablando de espectros, los mismos que ya no tienen una reina que los controle y que mantenía que medio reino oscuro no termine hecho trizas —Él mira rabioso a mi tía—. Así, espero al menos veinte mil del armamento que sé perfectamente que tienes.

Mi tía masculla un "sí señor".

—Bien. Demian, ve con Luna y un grupo de soldados, recojan todas las armas que puedan y los quiero más tardar cuatro días ¿entendido?

—Sí, padre —asiente y se acerca a nosotras—. Por favor —Nos señala la salida. Las dos salimos escoltadas por varios guardias.

—¿Y tu esposa? —pregunta mi tía.

—Aquí —Él habla con unos soldados, mientras que esperamos. Unos guardias de mi madre nos interceptan, mis damas escoltan un baúl que asumo que están mis pertenencias—. Vámonos.

Mi tía se separa de mí y crea un portal hacia su reino. Primero entra Demian seguido de sus guardias, le siguen mis damas con los guardias que me puso mi madre y por ultimas, nosotras. Mi tía me toma de la mano y lidera el grupo. Nos encontramos en una montaña, donde el frío es infernal. Mi uniforme no está preparado para este clima y creo que los demás opinan lo mismo. No tardan mucho que los soldados de mi tía nos intercepten y nos guíen a su palacio.

El Juego De Los Herederos (Saga Dioses Universales VI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora