Miranda: El Interrogatorio De Los Suegros

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Por fin llegué a El Páramo, la coronación del hermano de la reina fue bastante extenuante como peligrosa. No me separé de Gunilda y su esposo por miedo a que me pase algo por ser alguien de la luz. Se me había agotado los frasquitos que la reina me había dado a tan solo tres días después de la coronación. Todo se había vuelto oscuro y terrorífico por las sombras y los espectros, esas criaturas me cagan de pánico. Sus deformaciones corporales, sus múltiples brazos o cuernos tan largos como su melena, no eran personas. Su sola cercanía me ponía la piel de gallina.

—Aun no acepto que Stephan y tú sean pareja —comenta Gunilda caminando conmigo por los pasillos del castillo de nuestros suegros—. Te has enamorado de nuestro peor enemigo.

—Créeme que no era lo que quería, pero el amor surgió y ahora estoy aquí para concretar mi unión con Stephan —digo entrando en un amplio salón de banquetes. Este castillo es más grande que el de Arem, pero más pequeño que el de la reina. Stephan, Arem y sus padres se encuentran hablando en lo alto del salón donde se encuentra una mesa horizontal. Los muros de piedras, con el estandarte de un copo de nieve. El de la reina es una luna con el copo de nieve y una montaña por detrás.

—Acérquense —nos dice el alto hombre robusto y albino. Poniendo a los tres hombres juntos, es casi inquietante el parecido. Creo que el único que es medianamente compasivo es Arem y eso que es de temperamento difícil.

Gunilda se va detrás de la mesa con su esposo, en la habitación aparece la hermana menor de Stephan y Arem. Ella se sienta al lado de su madre, mi suegro en el medio; y a su lado Arem y Gunilda. Stephan pasa a estar de mi lado y mira firme a sus padres.

—Habla —le ordena su padre autoritario.

—Vengo ante ustedes para presentar a Miranda de la casa Calore como mi legitima pareja y futura esposa —dice Stephan con los brazos por la espalda.

—¿Y su familia sabe esta unión? —cuestiona su madre.

—Sí, ya me presenté ante ellos para pedir su permiso para tomar a su hija como mi mujer —dice eso y yo hago una mueca mental. Es que no puede decir pareja, odio cuando dice "mi mujer"—. Y han aceptado.

—¿Estás consiente que es una mujer extranjera? —cuestiona su padre sin quitarme el ojo. Para ser alguien empeñado con la pureza racial y de su rechazo con ciertos extranjeros, como le encanta consumir cosas extranjeras y demás.

—Estoy consciente, pero no es relevante. Proviene de una familia bastante fértil, estoy seguro que procrearemos bastantes hijos —dice eso ignorando por completo mi rechazo a tener hijos.

—¿Y has rechazado a buenas hijas de esta tierra, buenas alianzas que podrían ayudarnos? —cuestiona su padre irritado.

—Las buenas hijas de El Páramo encontrarán maridos que las quieran, pero yo no soy uno de ellos —Él habla sin mostrar alguna especie de emoción, mantiene ese mismo tono de voz serio, pero sin caer en el sarcasmo característico de él—. Encontré a una buena mujer que cumple con todos los parámetros que tú me estableciste. Fértil y de buena familia.

Porque debe ser que eso es lo único que puedo aportar. Ya veo de dónde sacó lo machista.

—Y es extranjera ¿sabe de nuestras costumbres? —pregunta la madre de Stephan. Esto parece más un juicio que una visita cordial para conocer a tus suegros—. Considerando la situación turbulenta por la guerra ¿crees que sea bueno para nosotros? ¿nuestros aliados como lo tomarían?

—Miranda ha sido un agente de la reina por más de treinta años, sirviendo los intereses del reino y peleó en la guerra en conjunto de la hija de mi hermano, siendo de vital ayuda en el campo de batalla —Stephan tensa un poco la mandíbula, él no ha querido hablar de la guerra, ni siquiera la menciona. Sé que le afectó, a todos nos afectó—. Además, su participación en las actividades del reino ha traído bastante prosperidad. Sino pregúntenle mi hermano y a su esposa, como su tribu ha crecido tanto que incluso, gente de esta tribu se va a trabajar para allá. O la tribu de los ancestros, que han podido salir adelante gracias a la ayuda de Miranda. Lo único que importa aquí es que Miranda es una mujer extraordinaria, de voluntad tan férrea y dura como cualquiera de nosotros.

El Juego De Los Herederos (Saga Dioses Universales VI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora