Epilogo (Seth: Más Sabe El Diablo Por Viejo Que Por Diablo)

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    —Qué día —exclamo acostándome en mi cama.

—Ni que lo digas —dice Laila al frente de su tocador. Ella se peina el cabello y luego se pone unas gotas en la cara.

—¿Qué haces? —pregunto confundido—. ¿Eso para qué sirve?

—Me pone la cara suave —dice levantándose de la silla y se acerca hacia a mí. Se quita su albornoz de satén lila y deja ver un diminuto vestido traslucido blanco. La parte que cubre su pecho se encuentra tapado con terciopelo, mientras que lo de abajo es de encaje transparente.

—Esto si me pone de buen humor —digo sentándome, ella tuerce los ojos. Aparto las sábanas para que se acueste.

—Es bueno saberlo, aunque no puedo usar esto en público —comenta triste—. Lograría muchísimas cosas.

—Entonces, me aprovecharé de ti todo lo que pueda ahora —digo montándome encima de Laila, ella suspira resignada.

—No me va a durar ni cinco minutos puesto —Se queja haciendo un mohín—. ¿Te irás al inframundo después de que acabes conmigo?

—Me iré después de tener sexo y dormir contigo —Me levanto para quitarme el pantalón y la camisa. Los dejo en el banco cerca de la cama y regreso con mi esposa—. Tengo que encargarme de los nuevos inquilinos, y gracias a Seraphine, puedo crear más de mis bestias. Digamos que mi plan funcionó. En cierto punto debo agradecer a Kenan por desviar la atención.

—Al parecer todos ganan —comenta ácida mientras que le acaricio la cintura, levantando su sensual camisón.

—Si seguimos siendo los títeres de Kenan, si —digo dándole besos en su cuello.

—Eso es molesto —habla moviendo su cuello para hacerme espacio—. En cierto punto entiendo la frustración de Estrella. No me gusta limpiar las mierdas de los demás, limpio la tuya y es porque me afecta directamente.

—Que buena esposa eres —digo juguetón.

—Y aun así no me valoras —Exhala cansada.

—Yo si te valoro, acaso mis besos no son suficiente —digo mirándola fijo. Sus grandes ojos negros me miran molesta—. Contigo nunca es suficiente, prácticamente hago todo lo que me ordenas y aun así te enojas conmigo. Eso no es justo.

—Te dije que no te metieras en la guerra con los espectros y ahí fuiste a meter tu nariz —habla molesta—. Tenías que dejar que Tristan lo resolviera.

—Lo sé amor, pero ¿quién crees que empezó todo esto? —La miro juguetón. Ella me golpea el brazo—. No seas brusca amor.

—¿Fuiste tú el que empezó la guerra con los espectros? —Ella intenta hacerme a un lado, pero no lo consigue—. ¿Cómo y por qué no me dijiste?

—No quería involucrarte, te lo dije. Yo resuelvo mis problemas, y te dejo a ti que solo te encargues de los residuos —digo volviendo a acostarme para que ella se me monte encima.

—El levantamiento de Maegor ¿por qué fue? —pregunta sentada y pongo mis manos en su trasero.

—Le dije que, si me ayudaba a deshacerse de su madre, lo ayudaría a conquistar el reino espectral. No lo dudó y empezó a confabular con los ministros de Robert para traicionar a Tristan y también en el interior del reino sombrío —digo con una sonrisa—. Involucró a sus demás hermanos y entre los tres atacaron a Tristan y asesinaron a Olena.

—Entiendo a Robert, pero ¿Olena? —Me mira confundida.

—El ejército de Olena se había vuelto lo bastante poderoso, lo suficiente como para derrotar a los nuestros. También agreguémosle que ella se había empezado a distanciar de mis órdenes volviéndose rebelde...

—Quería el trono sombrío —Termina ella dándose cuenta de todo—. Y por eso te alegraste que Kenan se llevara el crédito.

—Pues sí, esos lindos pequeñuelos de Kenan están en pañales para entender como funciona este juego —sentencio llevando mis manos a las tetas de mi mujer—. O saber jugarlo.

—El secreto es no llevarle la contraria a Kenan y cumplir los eventos canónicos, pero a nuestra conveniencia —Ella aprieta mi mano mientras que aprieto su teta—. Y en el camino le diste de forma indirecta el trono a Demian y se lo quitaste a Tristan.

—Tristan seguirá siendo rey, viajando por las miles de galaxias que hay para poner "orden". Y nuestro hijo gobernando como se debe mi reino.

—Entiendo, es un buen plan. Solo falta que los hijos de Tristan no intervenga. Seraphine te vino anillo al dedo con los espectros —dice retrocediendo para sentarse justo en mi pene, pero me mira sorprendida—. ¿Fuiste tú quien le dijo que Atlas había sido capturado?

—Nuestro hijo tiene maravillosos poderes, y tú no eres la única que los puede usar —le tomo de las manos—. Demian es nuestra mejor oportunidad, él es importante para que nuestros planes se hagan realidad.

—Estoy de acuerdo, lo único que te pido es que no lo expongas tanto al peligro. Por favor Seth te lo digo de una vez, algo le pasa a mi hijo y créeme que no habrá lugar en el universo o el infierno que no te encuentre y te hale por las greñas que tienes —dice amenazante.

—No te preocupes mi amor, la seguridad de nuestro hijo y su esposa está más que asegurada. Lo importante es mantener a Tristan lejos, sea como sea —digo observando como mi esposa empieza a cabalgarme—. Puedo contar que lo mantendrás por los planetas.

—¿Es en serio? —Protesta, pero asiente después de varias miradas suplicantes—. Bien, lo haré. Pero me gustaría que me contaras tus planes.

—Todo a su tiempo, mi bella dama —digo con una sonrisa, mientras que ella se introduce mi pene en su interior y empieza a mover sus delicadas caderas de arriba abajo.

—¿Te gusta mi amor? —pregunta aumentando el ritmo, se me salen varios gemidos.

—No pares —gruño y ella se retira el camisón dejando libres sus deliciosas tetas. Se inclina hacia a mí y nos fundimos en un fiero beso. Aprieto sus tetas para arrancarle sus maravillosos gritos que me llenan de éxtasis.

—Desgraciado maldito —dice en mi oído mientras que sujeto sus caderas y las muevo frenético para llegar al orgasmo.

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El Juego De Los Herederos (Saga Dioses Universales VI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora