Demian: Empatía

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    —¿En serio se tienen que tratar de esa forma? —Le recrimino a mi padre.

—Si tu madre no se metiera en mis asuntos, tal vez no la trataría así —responde admirando la espada que le trajo mi madre.

—Sí, es grave que madre se meta en tus asuntos. Supongo que si lo hubiera hecho antes este problema con Robert no hubiera pasado —digo sentado al frente de él. Él no se inmuta, lo cual me desquicia un poco.

—Aprecio la lealtad que le tienes a tu madre, créeme lo valoro. Pero te recuerdo que yo también soy tu padre y tu señor para que me hables de ese modo —Él me penetra con su mirada asesina—. Ahora bien —Se levanta con la espada, la misma se le sale por un lado un humo rojizo y por el otro, uno azul turquesa—. Tristan se encargará de las fronteras que dan hacia los planetas, mientras que nosotros nos encargamos de las fronteras del interior y pondremos las cosas medianamente decentes para que Seraphine tome posesión.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto frunciendo el ceño.

—Seraphine junto a Atlas será reina de los espectros. Mientras que tú y tu descendencia gobernarán el interior de este reino —Me mira curioso—. No serás rey de un gran título, pero tendrás el territorio de uno. Estarás en el gobierno sombrío como primer ministro, manejaras todos los ducados con ayuda de tu esposa y dispondrás de ciertos ducados para que se los entregues a tus hijos —Lo miro desconfiado—. Considero que manejarás tu herencia de buena manera.

—Cuando dices primer ministro, ¿te refieres a que haré lo mismo que venía haciendo Seraphine hasta que ella tome posesión del antiguo reino de Olena? —pregunto más calmado.

—Sí, Tristan tiene que poner en cintura a los gobernadores de los planetas. Y tú pondrás en cintura a los duques y señores de por aquí —responde sirviéndose una copa de vino—. ¿Quieres?

Asiento y él me entrega una.

—Sé que me equivoqué en no meter a tu madre en mis asuntos —Él mira por un momento la copa—. Pero mis equivocaciones pretendo resolverlas yo. Demian, eres mi hijo y pretendo que tú sigas con mis labores en este plano. Que cuides mi reino mientras que yo no esté. Sé que dejárselo a alguien que no le duele las perdidas, solo trajo problemas. Pero a ti, que ere mi familia, si le dolería perderlo todo, que pelearías por tu herencia mejor que nadie. Sé que no te puse como un rey, pero te puedo decir que los mejores reyes son los que no necesitan una corona —Él extiende su copa y yo hago lo propio—. Por un futuro próspero.

Brindo con él y los dos nos bebemos nuestras bebidas.

—Ahora bien, necesito que vayas a la capital y vigiles a Seraphine y a su madre. Ve haciéndote un hueco en ese lugar hasta que se haga oficial todo —dice y me quita la copa vacía—. Y que no se te olvide ir procreando herederos.

—Eso último lo podías obviar —comento incómodo.

—No, tus hijos son importantes para los planes de tu madre y míos —responde mirando su reloj—. Pero en serio vete, necesito que estés allá.

—¿Y Tabitha no tendrá un hijo pronto? —le pregunto curioso.

—Ese niño se va a los planes de tu madre —responde incomodo—. Y tampoco me agrada que Kenan sea de una u otra forma el padre de esa criatura.

—Entiendo —asiento y le extiendo la mano, él la toma y me hala a sus brazos fundiéndonos en un abrazo.

—No lo digo mucho, pero solo quería que supieras que estoy orgulloso de ti —dice en mi oído y yo me paralizo. Me regaño para evitar que no salgan las lágrimas.

—Gracias papá —digo cohibido y me suelto.

—Bien —Él asiente y sale de la tienda.

Me despabilo y tomo a mi guardiana y me teletransporto hacia el castillo de la capital sombría, el cual está medianamente tranquilo. Camino con mi guardiana en brazos hasta llegar a la oficina de Tristan/Seraphine/Lina, los guardias de ella están afuera y cruzan sus lanzas en cuanto me ven.

El Juego De Los Herederos (Saga Dioses Universales VI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora