—He establecido protecciones en las fronteras, hay que preparar la situación con los refugiados del reino de mi hermano —habla Estrella firme. Mi hija y Cosmo planean los preparativos de defensa en los reinos del Norte y Este.
—¿Y no ayudarán a Tristan? ¿Y qué sucede con el reino de Luna? —pregunto mientras que cargo a mi pequeña nieta Edwina.
—Seth se encarga de la defensa del reino del Oeste —responde Cosmo desde su escritorio—. Y las Valquirias del reino del Sur.
—Eso significa que pasaré más tiempo en el inframundo —comento con una mueca.
—¿Es necesario madre? —cuestiona Estrella disgustada—. No verás el nacimiento de Dorian.
—¿De qué hablas? —pregunta mi esposo de primero.
—El bebé de Luna, ya le falta como unos dos meses para parir —comenta mi hija mordiéndose el labio—. Ha querido mantener el embarazo en secreto debido al castigo que le implementó injustamente, a mi parecer, el abuelo Kenan a Luna.
—¿Qué? —exclama Cosmo furioso. Estrella le explica la situación de Luna a mi esposo y él se increpa todavía más—. ¿Y por qué ella no me lo dijo antes? Se supone que...
No escucho lo que dice porque me nace un gran dolor en el pecho que me hace soltar a mi nieta. El llanto de Edwina y el mío se entremezclan, me llevo la mano al pecho y sale sangre negra. Siento la mano pesada de Cosmo en mis hombros, levanto la vista, pero no veo la oficina de Cosmo, sino los ojos de Maegor. Su mirada me aterra por lo cercano y retorcida que es. Él se aleja del cuerpo y deja la habitación.
—Mi amor... —dice la voz débil de mi niño.
—Mi amor —siento que agitan mi cuerpo—. Aryana, por favor ¿qué ocurre? Me estás asustando. Estrella, dame otro paño.
—Mi bebé —digo con la voz entrecortada—. Tengo que ir con mi bebé.
Me levanto adolorida, pero la mano de Cosmo me detiene.
—Tengo que irme, lo siento —Le digo con una sonrisa triste—. Ya vuelvo ¿sí?
—No tardes, por favor —exclama dolido. Le doy un beso en los labios y me despido de Estrella.
Me teletransporto hacia el lugar donde vi el rostro de Maegor y el cuerpo de mi bebé. Llego a un lúgubre calabozo, el pasillo está custodiado por guardias espectrales. Libero a tres demonios para que neutralicen a los guardias, no los ataco yo por el dolor en el pecho y también porque comí temprano. Los demonios se encargan rápido de los soldados y busco entre las celdas a Atlas.
—Por aquí —grita un demonio, él señala a un hombre colgado desangrándose—. ¿Nos lo llevamos mi señora?
—No, custodien y asegúrense que nadie nos interrumpa —les ordeno, ellos asienten y se empiezan a alimentar de los guardias caídos. Abro la celda con fuerza y me introduzco veloz, sostengo el rostro de Atlas—. Mi niño, dime que me escuchas.
Pero no lo hace, la espada desapareció como lo planeé. Lástima que para que funcione, mi bebé tenía que ser clavado con ella. Halo las cadenas del techo y el cuerpo de Atlas cae, pero logro atraparlo. Paso su brazo por mi hombro y lo saco de esa celda. Los demonios siguen comiéndose a los guardias, silbo y ellos levantan las cabezas.
—Vámonos —Les ordeno. Ellos se acercan hacia a mí decepcionados por haberles cancelado el banquete—. Luego les doy de comer, pero ahora nos vamos.
Abro un portal hacia el palacio de Cosmo. Y ellos entran como si nada, camino con el cuerpo de Atlas. Llego a mi laboratorio en la torre norte, el de mi esposo está en el piso de arriba. Me gustaba trabajar en el castillo pequeño, pero al parecer mis experimentos causaban consternación y pánico entre los trabajadores que provocaban que renunciaran o se traumaban, y eso es decirlo poco.
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El Juego De Los Herederos (Saga Dioses Universales VI)
FantasyLos hijos de los dioses mayores, se convirtieron en dioses y ahora tendrán que enfrentar las consecuencias de la guerra de los dragones. Pero no solo eso, ahora Tristan es rey de las sombras y su dios. Pero ser rey no es lo que esperaba, los traidor...