Levantarse a las seis de la mañana, ayudar a alguno de los pobladores en su oficio hasta las nueve, desayunar, iniciar el entrenamiento físico correspondiente, terminar antes de las doce del día, comer, realizar ejercicios de estiramiento y acondicionamiento hasta las tres, asistir a los ejercicios de meditación hasta las cuatro, volver a ayudar en algún oficio hasta las seis, cenar, descansar hasta las ocho de la noche y dormirse antes de las nueve.
Tres días de tortura continua; despertar a las seis no era algo natural, la falta de sueño la hacía sentirse aturdida y atolondrada durante el resto del día, y no ayudaba que las exigencias de su mentora no conocieran límite. Asami funcionaba como un reloj, con órdenes puntuales que nunca daban cabida a tiempos muertos. A pesar de que no la acompañara durante sus actividades, siempre aparecía a la hora de las transiciones para asegurarse que el itinerario fuera respetado.
Hasta el momento se las había arreglado para cumplir con las demandas de Asami; el primer día se había sentido como un gran inconveniente, el segundo como un gran reto, y el tercero, hasta el momento, como un gran error. Era como si su espíritu batallara para mantenerse vinculado al mundo terrenal, como si aquel cuerpo tan adolorido y cansado le resultara demasiado ajeno para habitarlo, así andaba, como un contenedor vacío, sin energías o ganas de existir... si tan solo pudiera tumbarse a descansar una semana completa. Inhalo profundo y continuó caminando con la cara empapada en sudor y la mandíbula fuertemente apretada.
Maldito fuera el sol que quemaba sobre su cabeza, la pesada arena que dificultaba sus pasos, y la molesta humedad que la hacía sudar más de la cuenta. Los dos días anteriores la habían dejado molida, el cuerpo entero le dolía, de pies a cabeza no había algo que se hubiera salvado de aquel castigo que Asami disfrazaba bajo el nombre de "ejercicio".
Recién terminaba la última de las cinco vueltas que debía darle a la isla, eran las once de la mañana, tenía hambre, sed y aún le faltaba subir la colina para volver al templo a reportarse con la ingrata que se atrevía a imponerle semejante castigo a una persona con discapacidad. Agradecía que Ikem estuviera ocupado pescando y no perdiendo el tiempo en el puerto, de lo contrario se habría partido de risa al ver su desalineada figura pasar sudando y quejándose en cada vuelta.
Esto no se podía quedar así, pensaba a medida que forzaba su cuerpo a dar un último esfuerzo para terminar de subir la colina, Asami escucharía todas sus quejas y lo que opinaba sobre su, obvia, mala práctica de técnicas de entrenamiento. Claramente la mujer nunca había trabajado con alguien a quien le faltara una pierna, dedujo con indignación.
Al llegar al frente del templo no vio a la forastera por ninguna parte, los monjes iban y venían como de costumbre, pero su cruel instructora no estaba en el sitio dónde se suponía debía esperarla para acompañarla a comer. Suspiró, se encontraba a punto de desplomarse sobre un banco cuándo vio a Laghima salir del templo.
- ¡Hey! ¿Sabes en dónde está Asami? - Decidió hacer un intento de búsqueda antes de dejarse devorar por el cansancio.
- Si. Está con Zolian en la biblioteca. - La respuesta del monje fue breve, pero le otorgó todo lo que necesitaba saber. Laghima hizo una pequeña reverencia y continuó caminando; su personalidad era así, el hombre ahorraba en palabras siempre que podía, pero nunca se negaba a ayudar. Resultaba extraño pensar que él era el mejor candidato para remplazar a Gyatso cuando la vida del viejo líder llegara a su fin, ambos eran tan distintos, meditó antes de liberar un profundo suspiro y encaminarse hacia el interior del templo.
Claro que Asami se había dejado distraer por un historiador mientras ella batallaba para caminar alrededor de la isla, ¿tan difícil le habría resultado acompañarla durante el ejercicio? ¿qué tal si se caía o lastimaba? negó con la cabeza, la gente del mundo exterior era muy desconsiderada.
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Antología. Futuro Incierto.
AdventureAsami va a visitar las tierras que vieron desaparecer a Korra luego de haber librado la guerra en contra del Loto Rojo sin saber que la vida de la intrépida líder rebelde no se había perdido como todos habían creído. Aquí se narran las aventuras d...