Sabes que la vida se te ha ido en vano cuándo el recuerdo del pasado no te trae si no angustias y terror. No es ningún secreto que he estado batallando para mantener mi comportamiento dentro de un rango "aceptable". No estoy perdiendo la cabeza, simplemente peleo con los espíritus malignos que escapan de estas páginas.
No sé cuántos intentos me ha tomado escribir esto, a los monjes no les gusta el desperdicio de papel o tinta, pero no logro encontrar una forma de describir el pasado que no me llene de furia o insatisfacción. De igual manera no me pienso retractar, que, si bien terminé siendo un traidor, me niego a adoptar la etiqueta de cobarde.
Sé que es ridículo, pero he debido convencerme de que una carta no empeorará el pasado que narro en ella.
Con la recuperación de Jeong, Azula me permitió volver a mis territorios; el desdichado de Zhao seguía siendo el más presionado bajo los pulgares de mi maestro y nuestra líder; yo, a pesar de disfrutar del privilegio de la distancia, me sentía hartó, enfermo hasta cierto punto de la situación que nos asfixiaba. No podía enfrentar la mirada amarga de Jeong, ni los ojos resentidos de Zhao, y mucho menos el hambre de poder en la enfermiza sonrisa de Azula.
Aproveché la reciente actividad que el Avatar y el Loto Blanco estaban mostrando para decir que iba a perseguirlos, así inicié una cacería que duró cinco años, moviéndome de un lado a otro, perdiéndome en el desierto durante meses con un grupo reducido de siete hombres, Goribra y yo, permanecí fuera del alcance del resto del mundo, aislado como lo había deseado, lejos de las influencias de mi maestro o las órdenes de mi líder. Viví a gusto.
Goribra era quién guiaba las expediciones, con sus mapas y vastos conocimientos sobre los territorios que cruzábamos, nos ayudaba a evitar caer en tierras hostiles carentes de agua o comida. Durante ese periodo no divertimos charlando, compitiendo, retándonos mutuamente a hacer cosas sin sentido, simplemente existíamos sin preocupación alguna. Los lugares a los que nos llevó se mostraban interesantes a pesar de ser ruinas de ciudades antiguas, de ahí sacábamos objetos para contrabandear y obtener más comida y provisiones.
Claro, aún debía reportarme con mis superiores así que de vez en cuándo nos deteníamos en asentamientos remotos a preguntar sobre el Avatar o el Loto Blanco. Los chismes nunca faltaban, la gente estaba emocionada por la existencia de Hiroshi y sus armas de fuego, también se había corrido el rumor de que el Avatar y el Loto Blanco trabajaban con él y muchas personas lo veían como la luz de la esperanza que habían estado esperando. Por eso no resultaba difícil juntar información para mis reportes, aunque se tratara de un conjunto de rumores distorsionados, servía para demostrar que estaba haciendo algo.
Nuestro alocado guía era fan de los coliseos rebeldes, así que se aseguraba de programar paradas en sus comunidades de vez en cuando para meterse a pelear. Yo y el resto de los hombres participábamos ocasionalmente, cuándo la bebida se nos subía a la cabeza o cuándo Goribra lograba convencernos con sobornos absurdos como platillos que solo él sabía preparar. Luego de las peleas, él mismo se encargaba de parcharnos las heridas, pero a pesar de quedar adoloridos, ninguno se quejó de las aventuras en las que siempre nos involucraba sin preguntar.
Lo que más disfruté durante ese tiempo fue el anonimato. Sí, por ser miembro del Loto Rojo tenía influencia sobre líderes rebeldes poderosos, pero, al apartarme de ellos y viajar con un grupo pequeño de gente insignificante, perdía toda identidad en el resto del continente; lejos de mis territorios utilicé un nombre falso para evitar levantar rumores entre los rebeldes que tal vez habían escuchado hablar de Piandao, me volví Lee, un hombre cualquiera con el nombre más común en el Antiguo Reino Tierra.
"Que nombre tan feo elegiste" Se burlaba Goribra cada que se acordaba.
"Como si el tuyo fuera mejor." Le respondía entretenido. "Al menos yo no soy tan feo como tú" Agregaba siempre solo para obligarlo a soltar alguno de sus impredecibles disparates. Con él los viajes siempre eran divertidos.
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Antología. Futuro Incierto.
AdventureAsami va a visitar las tierras que vieron desaparecer a Korra luego de haber librado la guerra en contra del Loto Rojo sin saber que la vida de la intrépida líder rebelde no se había perdido como todos habían creído. Aquí se narran las aventuras d...