29. Recuerdos

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El mundo parecía más brillante, los colores más llamativos, el aire más puro, el agua más fresca, el sol la bañaba en un calor agradable que la llenaba de energía para seguir corriendo alrededor de la isla. Dos días habían pasado luego de la accidentada meditación que los había dejado a ella y a Gyatso fuera de combate, desde entonces se había tenido que convencer a obedecer las indicaciones de los monjes, quienes, preocupados por los repentinos episodios de dolor de cabeza y confusión que presentaba, le habían recomendado descansar; pero ya había tenido suficiente, se sentía bien; los episodios eran pasajeros, no solían durarle más de un par de minutos y no le dejaban ninguna otra molestia luego de desaparecer.

Eclipse se detuvo frente al puerto a ver a los pescadores sacando el botín de sus barcos; sonrió, incluso el fuerte aroma del pescado parecía más agradable ahora que se sentía acompañada por el espíritu del Avatar. Era algo difícil de explicar, Raava formaba parte de ella, no podían separarse, pero ahora que había aprendido a sentirla tenía la impresión de estar siempre acompañada y respaldada por su energía, algo que al parecer hacía falta para que el maestro de los cuatro elementos se sintiera completo.

- ¡Buenos días! - Se escabulló por detrás de Ikem para atraparlo con el brazo alrededor del cuello y revolverle el cabello.

- ¿Que espíritus haces aquí? - Renegó empujándola hacia un lado. - Los monjes dijeron que debías descansar durante una semana. - Le recordó arqueando una ceja.

- Nadie tiene que descansar por dolores de cabeza. - Remarcó. - Además no son tan malos, se van pronto. Se encogió de hombros e inspeccionó el barco del chico con la mirada. - ¿Atrapaste algo bueno? - Sonrió levantando una de las redes que pronto le fue arrebatada por su dueño.

- ¡No puedes tomarte las cosas a la ligera! - Arrugó las cejas. - Ellos son los expertos en cosas espirituales ¿no? deberías escucharlos. - Bufó.

- ¿Vuelves a ser mi doctor eh? - Sonrió de lado.

- No empieces. - Bufó lanzándole la red. - Enreda eso. - Ordenó con una pequeña sonrisa que la morena no pasó por alto.

- Lo que el doctor ordene. - Aguantó la risa hasta que el chico elevó una de sus manos y, con ella, el agua que empapaba la red para salpicarle la cara.

- Bueno, ya. - Decidió ceder y atender las preocupaciones de su amigo. - Estoy bien. Gyatso dice que son secuelas mínimas por el choque espiritual que tuve durante la meditación.

- ¿Has logrado recordar más cosas? - Preguntó con cautela mientras llenaba un saco con pescados y mariscos.

- Algo así. - Permaneció pensativa en busca de las mejores palabras para describir lo que le ocurría. - Es como si los recuerdos estuvieran ahí, pero no los puedo invocar a voluntad. - Pausó. - A veces me vienen imágenes a la cabeza; rostros, situaciones, nada demasiado congruente aún. - Asintió y continuó doblando la red.

- ¿Sientes que odias al Loto Rojo? - Balbuceó evitando hacer contacto visual.

- Me inquieto cuando escucho el nombre de la organización. - Exhaló. - Creo que detesto en lo que se convirtieron y lo que hicieron, pero no puedo odiar a sus integrantes como si todos fueran una sola persona. - Sonrió. - Además, el Avatar oscuro fue su fundador ¿cierto? sé que ha pasado demasiado tiempo, pero sigue siendo una de mis vidas pasadas. - Resolvió con sencillez. - No importa cuanto llegue a recordar, para mi seguirás siendo la misma persona. - Repitió algo que estaba despuesta a seguir pronunciando con tal de que Ikem entendiera que su postura no iba a cambiar sin importar el nombre con el que quisiera identificarla; Korra, Eclipse, Guerrera del Sur, Avatar, todas eran la misma persona.

- Bien. - Suspiró. - Oye ¿Choi no se ha acercado a ti para preguntar sobre una obra de teatro? - La observó con detenimiento y ella comenzó a negar con la cabeza.

Antología. Futuro Incierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora