[60: Final]

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Cuando los ojos de Min Yoongi se enfocaron en Ji-Sub, su mundo se detuvo, su respiración casi se entrecortó y trató de calmar su agitado omega y como la rabia se quedaba estancada en un nudo en medio de su garganta. Se sentó junto con los otros soldados en una esquina de aquel pasillo donde se llevaría el baile, los ministros estaban sentados con mesas asignadas a la derecha y otros en la izquierda. El omega respiró con profundidad, tratando de calmar su nervioso cuerpo, debía todo fluir como se había planeado.

Fue así como uno de los soldados dio un saludo y ofreció un golpe a uno de los tambores, empezando la música en aquellos instrumentos.

Ji-sub tomó su copa, dando un sorbo cuando enfocó su mirada en la bailarina principal, notando a la muy hermosa mujer, sonrió gustoso, viendo como ellas empezaron con su baile. Los demás conversaban entre ellos y uno que otro enfocaron su mirada en la belleza de las jóvenes que ingresaron.

Min Yoongi dirigió su mirada hacía los presentes, tratando de analizar a cada uno con sumo cuidado, todos ellos, podía reconocerlos, eran lo mismos ministros que sirvieron a su padre, a su hermano y también que no se opusieron ante el decreto de su muerte y el de su hermana, que se quedaron callados y fueron cómplices de aquella noche sangrienta donde perdió todo. Golpeó con más fuerza aquel tambor mientras las lágrimas se deslizaron detrás de su máscara, en cada golpe, dejaba su dolor.

Cuando el baile finalizó, los aplausos no se hicieron esperar, las cansadas bailarinas sonrieron al frente, viendo al Rey, Ji-Sub. Habían hecho cinco bailes distintos, cada uno más intenso en su coreografía para mantener bien distraídos a los invitados. Aquel Rey aplaudió como desquiciado, emocionado se levantó y bajó las escaleras en dirección de la joven principal.

—¡Increíble, maravilloso!—exclamó aquel tipo que ya tenía unas cuantas copas encima del alcohol, bajó las escaleras, sin poder evitar su mirada sobre aquella bailarina hermosa, la tomó del antebrazo, ella soltó un suave quejido, empezando a ser arrastrada escaleras arriba—¡Vamos a celebrar, todos, aplaudan más fuerte!

Los ministros y demás personas presentes lo hicieron, un tanto nerviosos por aquella situación.

Bae Susy fijó su mirada en aquel tipo, viendo como él se sentaba sobre aquel trono y sentaba sobre sus piernas a la joven muchacha, poniendo su mano en esa cintura pequeña y frágil. La Reina solo respiró con profundidad, fingiendo una sonrisa. Era como todo lo había dicho su señor, su esposo era débil a las mujeres a la lujuria y entre otros placeres mundanos, había noches en las que hacía orgías con varias de sus concubinas y las obligaba a hacer cuestiones de sadomasoquismo, terminando varias de ellas con golpes en su piel, si alguna no llegaba a satisfacerlo, terminaba denigrada, echada a la calle, convertida en una humillación pública.

Min Yoongi alzó el rostro con lentitud, su mirada fija sobre ese hermano era intensa. Entonces los músicos se levantaron y algunas bailarinas sacaron de un cajón las espadas que eran parte de la utileria.

—Mi rey—habló la Reina consorte, llamando la atención de los demás—, viene un nuevo baile, de espadas.

La Princesa Honey y su familia se levantó.

—Su majestad, lamento tener que retirarme temprano, usted ya sabe las circunstancias.

—¡Se van a perder la mejor parte!—exclamando aquel soberano que acercó el cuerpo y los pechos de aquella bailarina sobre él, ejerciendo presión, ella contuvo un poco el miedo, forzando la sonrisa en su rostro.

—Nos disculpamos, su majestad. Nos retiramos.

—¡Fuera, fuera, par de aburridos!—rió aquel hombre, los ministros contemplaron a la princesa Honey, quien alzó el rostro y junto a su familia, se empezó a retirar con elegancia.

Taegi||King omega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora