Capítulo Final

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¿Amar es una elección?

Los poetas describen el amor como un complemento del alma, un gusto dichoso o culpable que satisface la necesidad del corazón por latir en nombre de quien lo ame.

Los más resentidos o los más realistas, lo ven como una elección, considerando que se elige todas las mañanas amar a la pareja, aceptar sus defectos, festejar sus victorias y anhelar sus brazos. Se elige también mejorar para hacer feliz al prójimo, aceptarse a uno mismo y también adaptarse a los cambios que implica vivir en unión de almas.

Así pues, ¿se puede elegir a quien amar?

León eligió enamorarse de Elizabeth. Asociaba su presencia con la calidez del hogar y la protección de sus brazos. Para su corazón, ella era el lugar más seguro del mundo. De su alma emanaba paz y todo aquello que la asociara no podía igualarse con la carencia.

Para un niño falto de amor, ella fue un deseo hecho realidad.

Sin embargo, él no eligió enamorarse de Jackeline. Solo sucedió. Fue como un rayo que lo dejó clavado en el suelo la primera vez que le vio. Lo volvía loco. A ella le asociaba la belleza y la falta de cordura... por eso la alejó. Temía no poder controlar todas esas emociones que con esmero guardaba en un cofre dentro de su pecho para no lastimarse a sí mismo. Y en el intento, la hizo pedazos.

El proceso de desearle no fue lento, sino de golpe.

Y aunque creyó que lejos de él aquellas emociones menguarían, cuando volvió a verla todo explotó.

La deseaba.

La admiraba.

¿Se había dado cuenta de la magia que hacía escribiendo?

Jamás le contó que compró sus historias para leerlas y terminó fascinado por todo aquello que guardaba en su cabeza rubia.

Ella era mucha mujer para él, y le aterraba eso, porque creía que jamás lograría ser suficiente para todo lo que merecía.

Enamorarse de ella fue lo complicado, porque por más amor que le tuviera, tenía el corazón tan roto que siempre la terminaría lastimando.

Bien pudo dejarla libre y verla hacer su vida en otro lugar, con un hombre que estuviera listo para quererla, pero decidió madurar y cambiar para amarla del modo bonito que se merecía.

Por eso la buscó para que fuera con él al campo.

La aceptó incluso antes de saber que era Elizabeth, y aunque salió corriendo en su búsqueda cuando supo que era ella, no la amaba por serlo. La amaba por la mujer que era, por el amor que representaba, por la calidez que emanaba de su pecho, por la pasión por la que hacia el amor... porque nunca antes de ella había sentido lo que eso era.

Del sexo se habla mucho, ¿pero quién puede decir que ha tenido la dicha de hacer el amor con sentimientos correspondidos?

Era la sensación más mágica del mundo.

Ella era mágica.

Y aun cuando sabía que pedirle perdón toda la vida no sanaría el daño que le había causado, estaba decidido a ser su esclavo hasta ganarse de nuevo ese corazón valioso.

—Me estás mirando mucho—se quejó Jackeline con los ojos achicados.

León sonrío seductor.

—Te miras hermosa.

Para la boda de Violetta y Benjamin había elegido un vestido rosa pastel que se amoldaba perfectamente a su cuerpo. Su hermana, quien era dueña de una tienda de vestidos en Italia, había pasado un par de meses elaborando las ropas que usarían ese día.

La condena del diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora