Que alguien la pellizque porque estaba soñando.
Jacky estaba recostada en su cama mirando el dosel mientras las doncellas empacaban baúles de ropa como si fueran a quedarse una temporada larga en Londres. Dentro de todo el remolino de dudas que había en su cabeza, algo estaba seguro: no tenía ropa adecuada para ir.
Todos sus vestidos habían sido comprados en el pueblo o elaborados por ella misma. No acostumbraba usar corsés apretados en casa ni vestirse formal para sentarse a desayunar sola en su habitación.
Iba a tener que que pedirle a Vanessa que la llevara con la modista para estar preparada para cualquier ocasión.
Se levantó en seco tras ese pensamiento.
Iba a mirar a Vanessa. Por fin conocería a sus sobrinos y a la pancita regordeta por su nuevo embarazo.
Sonrió.
—¿Crees que haya muchos bailes?—preguntó Marisol mientras doblaba las faldillas.
—Por supuesto—le respondió Samantha—. Es una duquesa. Quizás a su llegada la inviten a tomar el té o a pasar la tarde en una casa elegante.
—¿Y habrá muchachos apuestos?—su voz sonaba soñadora.
—Es Londres. Todos los muchachos son apuestos.
—¡Veremos comenzar la temporada!—parecía que irradiaba luz—, ¿crees que nos inviten a alguna boda?
—Sin dudarlo mucho yo diría que sí.
—¡Uy! Cuando era niña me gustaba mucho un helado que vendían cerca de Hyde Parck, ¿iremos a comer ahí?
—Sí, iremos.
—¿Y si conseguimos un perrito?, sería lindo volver con una mascota.
Samantha se encogió de hombros.
—Un perrito estaría bien.
—¿E iremos con la modista?
Marisol era la más emocionada de las tres por salir de esa casa. No las culpaba. Ellas aún eran más jóvenes que Jacky cuando fueron mandadas ahí para su cuidado.
Esa cárcel de oro era compartida.
—Sí, iremos con la modista—respondió Jackeline poniéndose de pie y cortando la respuesta de Sam—. También podrán ir a visitar a sus familias.
Los ojos de Marisol brillaron aún más, si es que eso era posible.
—¿Lo dice en serio?
—Por supuesto, podrán quedarse unos días con ellos. Habrá mucho servicio en la casa del duque, y ustedes se merecen unas vacaciones.
La doncella corrió hasta abrazarla y apretujarla en sus brazos delgados.
—¡Gracias!
Debía dejarlas celebrar y ser felices el tiempo que fuera. No deseaba ser pesimista, pero quizás esa fuera la última vez que visitaran la ciudad, porque sabía que en cuanto quedara en cinta volvería al campo a ser recluida. Esa era una situación que León ya le había dejado claro.
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La condena del diablo
Tarihi KurguUna esposa virgen. Un marido ausente. Una pasión apagada que está a punto de arder. 5to libro de la saga "la debilidad de un caballero" No es necesario leer los libros anteriores para entender este✨ CONTENIDO +18