6. Dieciocho y cuarenta y cinco.

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Se columpiaba por los altos edificios de la transitada ciudad. Sentía el aire en su cara, sin embargo aún podía respirar sin ningún problema gracias a la máscara, el sol era radiante y el cielo estaba tan de buen humor que con una sonrisa azulada lo relucía.

Se sentía feliz, su traje ya era un traje profesional, ya no parecía un loco por las calles, ahora era todo un superhéroe, quizá no uno como los vengadores pero sí como un justiciero que era lo que siempre fue al fin y acabo. Se dirigía a su casa, era más rápido y mucho más divertido llegar a casa así, ya no tenía que usar ninguna maloliente unidad de transporte, eso le alegraba. Recordó las palabras de Tony Stark antes de entregarle aquel traje.

—Recuerda que esto lo hago por la gente que vas a ayudar, necesitan alguien que les ayude allá afuera, sé muy responsable y no hagas nada que yo haría...

Hasta cierto punto, se había sentido ofendido, ¿creía que por no ser mayor de edad no era lo suficientemente maduro? podría sorprenderse de lo maduro que Peter podía ser, sin embargo asintió efusivamente para entonces recibir su traje. Le agradeció más de lo que le gustaría aceptar y se lo colocó casi de inmediato.

—Pensé que quizá tú anatomía podría cambiar en cualquier momento, ya sabes eres un adolescente —al fin lo admitía— y puede que mañana crezcas más o algo así, por ello le agregué un ajuste automático, no importa si engordas o creces o cualquier cosa siempre te quedará perfecto.

¿Acaso Tony Stark solamente podía crear cosas con capacidades perfectas?

Llegó hasta su edificio, observó el panorama a su alrededor para poder entrar por la ventana de su habitación, al observarse fuera del alcance de cualquier mirón entró por la ventana sigilosamente, presionó la araña de su pecho y el traje cayó cuál piscina desinflada.

Se vistió rápidamente y se dirigió a la cocina, May aún no había llegado por lo que, con sus limitados conocimientos en cocina, se decidió preparar el almuerzo, albondigon, algo simple y delicioso.

Se vistió rápidamente y se dirigió a la cocina, May aún no había llegado por lo que, con sus limitados conocimientos en cocina, se decidió preparar el almuerzo, albondigon, algo simple y delicioso

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El aire ya era más pesado, la noche parecía más lúgubre de lo normal, como si la luna estuviese melancólica y no tuviese deseo alguno de irradiar su distintiva luz. Peter había decidió salir a hacer un rondín por las calles de su querido Nueva York, habían ocasiones en las que era imposible no recurrir a las guardias nocturnas, especialmente cuando se sentía aburrido e incluso abrumado.

Estaba un poco lejos de casa, sin embargo no le importaba, podría volver sin problemas. Escuchó, a lo lejos, los neumáticos de una camioneta chirriar al momento de girar tan abruptamente.

Eso no parecía normal. Al menos no a esas horas.

Siguió la camioneta balanceándose por los aires, evidentemente, por la manera tan descuidada de conducir, dedujo que eran, o víctimas o victimarios, de algún posible delito.

Llegaron hasta un callejón oscuro y desolado, se escondió en lo alto de un edificio. Observó atentamente como, de los asientos del piloto y copiloto, salían dos hombres, los cuales, solamente por su apariencia, no parecían ser víctimas de alguna situación, acto seguido sacaron al menos diez jóvenes de la camioneta.
Tenía que ayudar, o al menos investigar qué estaba pasando, aunque la mitad de la ecuación ya estaba resuelta.

What If... (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora