27. ¿Cuánto Dolor Soporta un Hombre?

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Regresó a casa, se sentía abatido, se preguntaba en qué momento Stark iba a encontrar aquella carta que, patéticamente, le había dejado en la barra.

Agradeció al universo aquel mensaje de parte de su tía que le anunciaba que no llegaría a casa si no hasta la medianoche.
Pero también había una parte de él que deseaba poder contarle todo a su tía para poder ser consolado como en la antigüedad.

Se quitó el traje y se metió al baño, no quería ducharse y eliminar así todo rastro del millonario de su cuerpo. Se sentía tan tonto por llorar por esa situación, pero quizá no tenía que ser tan duro con sus sentimientos, era la primera vez que le rompían el corazón o, se lo rompía solo, en este caso.

Lloró un poco en la ducha, mientras el agua y el jabón borraban de su cuerpo al hombre que más amaba. Después observó aquella marca que el mayor le había dejado, aquel pequeño corte en su pecho con la forma de una I; maginó que iba a doler pero jamás pensó cuánto.
La tocó, suspiró y lloró en silencio.
Al salir de la ducha se puso su pijama sin ningún ánimo.

Se dirigió a la cocina, no tenía hambre pero sabía que dejar de comer podía perjudicarle demasiado, en ese momento comer era un desafío más que una necesidad.

Calentó las sobras de la cena en el microondas y mientras, en aquella lúgubre, silenciosa y tranquila mesa, comía, miles de recuerdos y conversaciones, como bombas, atacaron su cabeza. Dejó el tenedor en la mesa y trató de reprimir aquellas lágrimas con todas sus fuerzas pero era imposible, el nudo de su garganta y el dolor en su pecho no le hacían sencilla aquella tarea.

Miró su comida y recordó aquella ocasión cuando cocinaron juntos.
Las lágrimas resbalaron por sus mejillas y se permitió sollozar tan bajo como si alguien pudiera escucharlo.

Era irónico como, después de casi morir a manos de un lagarto, lo único que podía pensar era en el hombre que estaba dejando atrás.

Siguió comiendo mientras más lágrimas seguían el mismo recorrido que las primeras habían creado.

Quisiera poder borrarlo de mi mente así como borré sus manos de mi cuerpo con agua y jabón.

No, ya no podía más.

Retándose a sí mismo terminó de comer y se dirigió a su habitación, allí en completa oscuridad y con música de fondo lloraba hasta que el dolor decidiera ceder.

Entonces, así como había deseado desde el momento que pisó su apartamento, su celular sonó.

"Leí lo que me dejaste. Me conmovió."

Peter sintió nuevo dolor nacerle desde lo más profundo de sus entrañas, más lágrimas lo acompañaron en aquella triste noche.

"Eres un chico especial para mí pero sabes que no puedo corresponderte, hay muchas razones por las cuales sería imposible. Jamás me habían escrito una carta así, lo aprecio demasiado, pequeño."

"Pero no tienes que alejarte así, si tú deseas podemos seguir siendo amigos así como hemos llevado esto hasta ahora. Pero si es tu decisión final, está bien, lo respetaré."

Siguió llorando pero no sabía si lloraba de felicidad, de angustia, de dolor, de esperanza o de qué demonios.

Seguía triste, por supuesto, le estaba diciendo directamente que aquello que más deseaba, que era una relación amorosa con él, jamás podría ser algo factible entre ambos.
Era como observar todos sus sueños ser asesinados cruelmente y no poder odiar al asesino.

Pero también dentro de sí se sentía feliz, si a pesar de todo lo que le había escrito, aún así quería que siguieran siendo "amigos", quizá había algo más allá que una amistad.
Era como estar en medio de una amistad y una relación. Era un lugar peligroso y seguro al mismo tiempo.
Además, agregado a eso, que le dijera que era un chico especial para él y que usará aquel sobrenombre en el otro mensaje lo hizo esbozar una pequeña sonrisa.
No se creía del todo el hecho de que fuera la primera persona que le escribiera una carta pero aún así le había gustado mucho que el mayor se lo dijera.

What If... (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora