18. La Tan Esperada Noche.

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Cuando el reloj marcó las ocho de la mañana, May entró a la habitación de su querido sobrino.

Estaba tan emocionada de que su pequeño al fin era mayor de edad. Muy en el fondo sabía que, a pesar de la edad que tuviese, Peter siempre sería su dulce niño.
Entró y despertó a Peter rápidamente. Este, totalmente desorientado, abrió los ojos y al observar a su tía con un regalo entre sus manos sonrió evidentemente emocionado.

—¡Feliz cumpleaños, cariño!

—May, gracias.

May, después de darle un fuerte abrazo, le entregó aquel regalo.

—Espero que te guste mucho. No es demasiado pero es con mucho cariño, sabes que te amo mucho, mi cielo.

Peter abrió el regalo y se percató de que era una mochila nueva. No era como la que había usado anteriormente, era como las que, de pequeño, deseó tanto. Seguramente le había costado bastante dinero.

—May... esto es demasiado, esto debió costar mucho dinero... no debiste...

May lo cayó.

—No es nada comparado con todo lo que mereces, Peter. Sé que ya puedes comprarte tus cosas pero yo sigo siendo tu tía y casi que tu madre, por eso quiero dartela. Para que la lleves a la universidad y recuerdes que tu tía te quiere demasiado.

Peter sonrió conmovido, un par de lágrimas de felicidad se escaparon de sus ojos.

—No llores porque lloraré también.

Al final, esa mañana, ambos lloraron un poco de pura alegría.

Observó sus notificaciones cuando May ya no se encontraba en la habitación y como siempre la única conversación que buscaba desesperado era la del mayor.

Ignoró momentáneamente cualquier otra conversación. Era el día, al fin era mayor de edad, al fin podría ver al hombre del cual cada día se sentía más ligado emocionalmente.

"Hola, buenos días, Peter. Feliz cumpleaños, espero que la pases bien hoy, tu regalo te espera y no creas que me refiero a otra cosa. Te tengo un regalo real."

Sus dientes quedaron al descubierto en aquella radiante sonrisa, estaba totalmente feliz. Cerró los ojos, se colocó el celular en el pecho, en donde su corazón bailaba enérgicamente, y chilló de felicidad. Después respondió varios mensajes más pero no con el entusiasmo con el que le respondió al mayor.

May, ese día que tenía libre, le preparó panqueques acompañados de jugo de naranja. Para Peter era un regalo estar acompañado de su tía en ese día tan especial.

—Los chicos me dijeron que vendrían hoy, no sé si estés de acuerdo con eso.

May, quien comía frente a Peter le hizo un ademán de que no importaba.
—Por supuesto, que vengan, es tu cumpleaños puedes hacer lo que quieras. Solo dime cuantos son para comprar suficientes pizzas.

Peter no podía estar más feliz. Seguramente sería de sus mejores cumpleaños, tendría una fiesta con sus mejores amigos, pasaría un buen día y finalmente en la noche lo cerraría con broche de oro.

—Son cinco, ¿los recuerdas en la graduación?, me tomaste fotos con ellos.

—Bueno, te tomé fotos con casi todos tus compañeros.

—Cierto. Bueno, cuando vengan quizá los reconozcas.

Luego de comer se duchó rápidamente y se vistió con su segundo mejor conjunto de ropa que su armario guardaba, cuando salió de su habitación notó que May había adornado todo el lugar con la típica decoración de cumpleaños. Por un instante se sintió un niño otra vez, uno muy feliz.

What If... (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora