Ciudad de Ángeles

Capítulo 8: Un enviado

 Choi Milo se llevó a ambos omegas al departamento del agente Min, ubicado casi secretamente en el centro de la ciudad y es bastante difícil de encontrar en caso de que un enemigo los persiguiera.

El edificio tenía una fachada algo desgastada, de un metal oxidado que cubría el edificio casi por completo. Choi ni se molestó en usar la puerta principal sino que entró por el gran ventanal, por suerte el piso 10 era de los últimos así que ningún vecino curioso sospecharía.

El departamento de Yohn casi no tenía muebles, solo un pequeño sofá en forma de L en la sala de color negro, al igual el comedor del mismo color con 4 sillas a su alrededor, las paredes, suelo y techo de un color blanco hueso. Un estrecho pasillo conducía al único cuarto en el lugar, una cama matrimonial en todo el centro de la habitación con unas sábanas color azul turquesa algo desordenadas decorando el lugar, depositó a Javier y Louis que estaban inconscientes en ella, algo molesto de que su omega porque sí, así consideraba a Louis, envuelto en el aroma de aquel alfa, debía ser el suyo el que lo envuelva, pero entiende perfectamente la situación.

Choi sigue sin entender cómo pudo escuchar el llamado de Louis si no tienen ningún lazo, aún no es aceptado por el terco omega, pero es el mismo caso de Min con el joven Park, debe existir alguna explicación lógica, aunque él ya tiene su propia teoría.

Dejó a ambos descansar, mientras se fue a esperar a Yohn en la sala, debía hablar con él, de muchas cosas, particularmente de los cambios tan bruscos del enemigo.

Javier encantado de la suavidad del lugar sin darse cuenta abraza a Louis y oculta su rostro en el cuello.

– Ummm... Yohn... – Murmura el menor restregando su nariz contra el cuello del otro, despertándose y asustandose al encontrarse en un lugar que no conoce.

– ¿Qué clase de cosas estás soñando Park? – Atraviesa una almohada entre ambos para separarlos y tal como creyó Javier la abrazó dibujando una gran sonrisa en el rostro – con que de verdad te gusta ese imbécil, este lugar apesta a él... ¿dónde estaremos?

Siente que habla solo, hasta que un aroma familiar llega a sus narices y se percata de la presencia de Choi su jefe, y aquel alfa que hace que pareciera quedarse sin aire. Se separó como pudo de Javier, sus uniformes estaban hechos un asco, con grandes cortes que los volvieron tiras de tela inservible, en especial el de Javier, tomó una bata negra de dormir que estaba cerca de un perchero, no pretendía mostrarse desnudo ante Choi a pesar de estar oliendo a aquel estúpido alfa de cabello blanco.

– Jefe... – La voz de Louis sonaba casi en un susurro pero lo suficiente como para llamar la atención del mayor.

– Que bueno que despertaste – La verdad no quería que despertara aún, deseaba poder hablar con Min a solas – ¿Te duele algo?

– Todo el cuerpo... recibimos una gran paliza – Louis no podía dejar de observar los hipnotizantes ojos del alfa que tenían pequeños destellos dorados que contrastaban con el verde iris, acercándose hasta sentarse a su lado en el sofá – ¿cómo es que usted y ...

– Llegamos porque ustedes nos llamaron – Completó Choi, obteniendo una gran cara de duda del omega – no crees en esas cosas Kwon pero... es algo causado porque...

– Son predestinados – Completó Min entrando por la ventana espantando a Louis – ¿qué pasa? ¿te sorprendí? pensé que eras un mejor rastreador.

– Desearía poder cortarte la lengua Min, por alguna razón no te soporto – El omega le tiene muy poca paciencia, aunque Yohn lo toma de un modo divertido.

– Como quieras, ¿dónde está Javier? – Choi señala hacia su habitación a lo que el alfa albino se dirigió inmediatamente entrando y cerrando la puerta tras él.