Capítulo 1: Ángeles del Cielo, Tierra e Infierno

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  Agitando aquellos sacos asquerosos y sangrientos, aterrizan frente a la entrada superior del edificio de investigaciones de la ciudad.

Algo cansados y ojerosos, ya tenían casi 2 días sin volver a casa, sentían que caerían muertos a los pies de su jefe pero no podían aparentar estar destruidos por dentro, como siempre tenían que sobresalir al ser unos jóvenes omegas y demostrar que son mucho más que esos alfas grandulones.

– Yo me encargaré de esto – Un chico igual o más ojeroso que ellos se llevó los cuerpos a la morgue privada que también tenía un pequeño laboratorio – el señor Choi los espera desde hace más de 3 horas, está de muy mal humor.

– Gracias Ethan – Interviene Javier haciendo una pequeña reverencia y halando a su compañero a la oficina principal – vamos Louis, no me digas que todavía sufres de miedo al ver al señor Choi.

– No es miedo, me hace sentir muy extraño estar en el mismo lugar que él – Louis parece un niño pequeño que no quiere ir al pediatra escondiéndose detrás de su compañero para enfrentarse al jefe – quizás es porque él es un alfa y por alguna razón afecta la naturaleza de los ¿omegas?

– Déjate de estupideces, a mi no me afecta en lo absoluto – Javier no es de los que cree en ese tipo de jerarquía, siempre ha creído que solo es una excusa para denigrar a los demás, Louis es igual pero cuando está cerca del jefe comienza a decir estupideces.

Una señorita abre la puerta delante de ellos y se puede ver al señor Choi Milo, se encuentra de pie dándoles la espalda, mirando por el gran ventanal hacia un jardín de árboles floridos. Vestía un traje azul rey, camisa blanca y corbata negra.

Aquel olor penetrante a mirra y naranjas llegaba a las fosas nasales de ambos omegas, creando cierta repulsión en Javier, no le gustaba para nada ese olor, en realidad de ningún alfa aunque al ver a su compañero sudando frío posiblemente si le estaba afectando el aroma. Ambos omegas usaban supresores de alta calidad para evitar algún inconveniente con el enemigo y con cualquiera que tuviera contacto con ellos, aunque los alfas lo tomaran como falta de respeto a su identidad, muchos no utilizaban neutralizadores de olor.

– A ver omegas, tengo horas, no, más bien días esperando por ustedes y solo lograron asesinar a dos intrusos – el señor Choi estaba tratando de ocultar su rabia en sus palabras, rozando sutilmente la voz de mando ante sus subordinados – les dije que podía llamar a otros 2 o 3 para que les diera apoyo y ustedes se negaron insinuando que no confiaba en ustedes, ¿ahora cómo quedo yo delante del presidente?

– Señor Choi con todo respeto, esos tipos tienen alguna clase de poder son demasiado fuertes, fue algo inesperado – Javier no temía en absoluto a su jefe – unas llamas azules nos envolvieron y luego solo quedaron esos dos a la vista.

– No será que más bien ¡Ustedes son los débiles en esta situación! – Se sienta en su escritorio observando como aquella voz surte algo de efecto en ambos quedando totalmente en silencio – debí enviar a otros sin haber confiado en ustedes.

– Jefe... – Louis por fin parecía reaccionar – acabaremos con el otro par que falta, confíe en nosotros.

– Lamentablemente no puedo confiar otra misión solo en un par de omegas, les acompañará un ángel de combate a ver si tienen éxito esta vez – Las caras de ambos omegas era de disgusto, no les gustaba trabajar con los de combate por ser algo prepotentes, los ángeles de combate eran en su mayoría alfas, son altos, muy fuertes aunque algo torpes para pensar antes de actuar, son considerados la fuerza bruta, mientras que los betas y omegas podrían ser ángeles de rastreo en su mayoría por su inteligencia, velocidad y destreza, son expertos en encontrar a sus enemigos y asesinarlos sin que estos se den cuenta como lo son Javier y Louis, juntos han ganado premios por salvar la ciudad del Cielo en numerosas ocasiones, al principio no se soportaban pero se dieron cuenta que trabajando juntos eran unos de los mejores – Sergio por favor, acompaña a los rastreadores Park y Kwon en su misión antes de que les corte sus cabezas.

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