Capítulo 29: Rojo es la tierra

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 – ¡No, Yohn! ¡Sueltenme! ¡Louis suéltame! – entre Louis y Milo agarraban a Javier que intentaba entrar a la fortaleza para salvar a su alfa, entre un mar de lágrimas y llamas doradas que salen esporádicamente de su cuerpo en un descontrol por tratar de liberarse de sus amigos para rescatar a su alfa.

– ¿Puedes controlarlo tú solo? – pregunta el alfa Milo a su omega que asiente sacando una pequeña red eléctrica, es algo para inmovilizar momentáneamente.

Louis ata las manos de Javier y activa la red ligeramente, entumeciendo su cuerpo. El más joven llora tratando de soltarse, su alfa está muriendo y no le permiten ir a salvarlo pero debe entender que Yohn les hizo esa petición en caso de que algo así pasara, deben detener a su omega de cometer alguna estupidez, conoce bien a Javier y sabe que iría hasta el fondo de la tierra a rescatarlo.

– Confío en ti mi alfa – murmura el mayor de los omegas a Milo, abrazando con fuerza a Javier para que se detuviera en lo que intentara hacer, lo entiende perfectamente, sabe que si fue el caso contrario también lucharía por salvar el pellejo de su otra mitad pero está muy lastimado y moriría en vano tratando de llegar al pelinegro.

Todo alrededor de ellos es una mezcla entre paz y caos, el contraste de la densa vegetación del bosque interno de la Ciudad del Cielo y las llamas que abrasan los costados de aquella fortaleza.

Javier sintió su corazón quebrarse cuando el edificio estalló en una densa llama de color azul, era el adiós de su alfa, un compañero del que nunca pensó en enamorarse, sentía su corazón aullar de dolor por lo que estaba sintiendo, una inmensa tristeza que nunca creyó sentir por alguien alguna vez.

– Javier, todo estará bien, por favor escúchame – el zarandear a Javier de los hombros no servía para nada, estaba en un completo shock, las llamas doradas salían al azar de sus manos, rompiendo la red como si de una delgada tela de araña se tratase – no vayas Javi, por favor.

– Tengo que hacerlo ... Es mi alfa – se dijo a sí mismo antes de emprender el vuelo a toda velocidad hacia la entrada donde seguramente el alfa estaría luchando por su vida, Louis estaba justo detrás de él, manteniendo distancia, no puede detenerlo él solo y en su estado no quiere arriesgarse, aunque ya bastante que lo hizo no quiere dejar a Javier solo pase lo que pase.

Aunque su hermandad con el más joven lo hace cometer algunas locuras, y esa es arriesgar su propia seguridad por formar parte de su equipo hasta el final.

El humo estaba siendo sofocante, llenando los pulmones de toxinas, empeorando las cosas gracias al gran número de químicos que se encontraban allí.

Su cuerpo estaba en un estado inerte, no podía moverse por más que lo intentara forcejeando, solo logrando que sus fuerzas se fueran con mayor velocidad, obligándole a cerrar los ojos.

El crujido del fuego es atemorizante, en ese momento Yohn siente por primera vez el miedo a las llamas, comunes y corrientes que lo consumiría hasta dejar su cuerpo hecho cenizas y pensar que esto era lo que sentían sus enemigos al estar envueltos en su propio poder.

– ¿Yohn? ¡Yohn! – esa voz se seguía repitiendo en su cerebro, pero cada vez eran más fuertes los llamados, hasta que se vio de frente con el sonriente alfa.

– ¿Sergio? – Yohn no puede creer que el alfa se devolviera a salvarlo arriesgando su propia vida para quedar encerrado sino lo lograba.

– Y tu jefe – el señor Choi aparecía justamente detrás de Sergio, tratando de quitar todo lo que había caído sobre él, pero el reloj estaba en su contra.

– Par de idiotas, ¡salgan si no quieren morir conmigo! – gritaba Yohn con las pocas fuerzas que tenía, quería llorar nunca pensó en crear una verdadera amistad con los alfas frente a él.

En un vago intento libera una gran cantidad de flamas del infierno, rodeando todas las demás de un denso color azul, aunque solo logra empujar un poco el techo que aplastaba sus piernas con ayuda de los otros 2 alfas.

En eso un destello dorado se adelantó, una red eléctrica bañada en fuego rodeaba la roca y eso solo significaba que su arriesgado omega escapó de Louis, le causaba gracia pero preocupación y miedo por tener un omega tan terco como Javier.

– Vaya, ustedes también quieren quedar sepultados – Javier y Louis abrazaban la roca de acero con la red, buscando de levantarla aunque no es suficiente. Los alfas se suman a jalar de la red, logrando movilizarla poco a poco, exponiendo el cuerpo herido del ángel caído que estaba en muy malas condiciones.

– ¡Ahora Jimin! – fue la señal del rastreador mayor para que Javier soltara la red y sacara el cuerpo herido, lográndolo aunque preocupado por el grave estado en el que se encuentra Yohn – tenemos que llevarlo con Ethan.

– No saldremos de aquí – Sergio ya se estaba dando por vencido, todas las entradas habían sido cubiertas con escombros y fuego, solo les quedó abrazarse entre sí, esperando lo inevitable.

La vida es un asco, toda tu vida te preparas sin saber que tarde o temprano morirás en el momento que menos lo esperas, no te deja tiempo de prepararte para eso, despedirte de tus seres queridos, todo pasa como una película en frente de tus ojos, como si se tratara de un ferrocarril a toda velocidad, las imágenes son borrosas y el túnel de luz se ilumina para guiarte en tu camino.

Es el adiós, junto al crujido de las llamas.

– ¡MONTÓN DE IMBÉCILES MUEVAN EL TRASERO QUE ME ESTOY QUEMANDO! – Jude había colocado las bombas en la entrada con ayuda de Henrik, no podía dejar a sus compañeros de batalla morir tan miserablemente – ¡YA SE MURIERON HENRIK, TE LO DIJE!

– ¡YA, CALLA IDIOTA ¿NO VES QUE ESTÁN VIVOS?! – todos ríen entre la tragedia, levantándose como pueden y con Javier cargando el cuerpo de su alfa en la espalda, estaban lastimados, pero vivos, el omega podría estar lastimado pero utilizaría sus últimas fuerzas para sacar a su alfa de ese lugar demostraría que es capaz de muchas otras cosas.

El camino a la salida se hacía largo, quizás más de lo que en realidad era, pero aquel grito de libertad al llegar justo afuera, y presenciar como todo se derrumbó detrás de ellos, le hace demostrar que sus vidas son solo pequeñas piezas en este gran mundo.

Javier y Yohn logran verse a los ojos, lo habían logrado, todo sería diferente para ellos de ahora en adelante, aunque sus cuerpos dolieran sus corazones seguían cálidos y listos para seguir en ese largo viaje que les esperaba juntos a todos ellos.

– ¡Louis! ¿Qué te sucede? – el omega estaba inconsciente en los brazos de Choi, perdió el conocimiento luego de ver a sus amigos a salvo finalmente – mi amor, despierta... Por favor.

– Llevemoslo – Jude tomó el mando de la situación al ver a todos en crisis, hasta el escondite bajo tierra donde Ethan les esperaba ya sabiendo el estado de todos ellos, en especial el de Yohn y el de Louis.

Al cruzar el umbral de la base, todo fue un manojo de brazos y batas blancas, arrancando al omega del alfa líder que gruñía por evitarlo sin saber el porqué y un Javier histérico llorando en brazos de Sergio cuando se llevaron a Yohn para el quirófano en una carrera contra su vida porque el alfa se encontraba mucho peor que todos ellos, aunque es fuerte subestimó sus propios límites.

Ahora la batalla era dentro de sí mismo, porque la guerra ya la habían ganado. La ciudad debía mostrar pronto a su nuevo gobernante para no caer en el caos de un golpe de estado, pero Milo tenía sentimientos encontrados al tener a su omega débil siendo atendido para saber su estado de salud y el tener que salir a dar la noticia de la caída de Lazaro, necesitaba pensar que era lo que haría, debía parar de llorar y poner los pies sobre la tierra para sacar a todos adelante en el duro camino que se aproximaba.

Asustado, pero con esperanzas de que todo saliera bien, sin una sola pérdida de sus fuerzas pero si muchos ángeles de su propia ciudad muertos en este revuelo, un claro sentimiento de culpa y sabe la cantidad de responsabilidades que van a caer sobre sus hombros al ser la cara de todo lo que pasó en ese oasis de la Ciudad del Cielo.

Ciudad de ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora