Asistir a las clases nunca fue tan difícil. No quería ver a Reynold luego de la última vez. Y lo peor era que, si iba a ver a Ewart, seguramente los encontraría juntos gracias al festival.
Solté un suspiro mientras me preparaba para las aburridas clases. La lección de hoy era sobre límites y ecuaciones.
«Quien haya dicho que estaba bien poner cálculo en la primera hora de un lunes, seguro que odiaba el mundo y quería que los demás también lo odiáramos».
A la mitad de la jornada escolar, entre la pausa de una clase y otra, me acerqué a Camilla para invitarla al festival.
—Suena divertido, pero no creo poder ir. Ya te había contado que mis padres son algo estrictos y no me dejarían ir si voy con un chico —explicó con una pizca de resignación en su voz.
—¿Y qué hay de la vez que fuimos a comprar las plantas para tu jardín? —señalé, recordando ese momento en que no hubo problemas pese a no ser cercanos.
—Les mentí diciendo que me quedé a hacer un trabajo en el club —confesó en un suspiro—. Como solo fue un rato, no hubo problema, pero no podría hacer lo mismo en un fin de semana. Lo siento.
Percibí la decepción en su tono. Aunque no sabía bien entender cómo se sentían los demás, ese era un sentimiento tan familiar que no me costaba descifrarlo.
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Una primavera llamada Asher
Teen FictionEn el mundo de Dominick Decker, la marca de flor con la que se nace lo es todo, por lo que él, siendo un desmarcado no puede más que sentirse excluido, al fin y al cabo, la popularidad y el valor están definidos por aquello que no tiene. Con la ment...