Apenas abrí los ojos, mi mirada se posó en la ventana. Afuera, los faroles comenzaban a apagarse, y los charcos reflejaban tenues destellos del amanecer. Sin embargo, los rayos cálidos aún no alcanzaban nuestra ventana, y la casa permanecía envuelta en un frío persistente.
Me cubrí con una sudadera y tomé el teléfono de mi buró. Una mirada fugaz confirmó que la pantalla estaba vacía, sin mensajes de Ewart. Un nudo se formó en mi estómago, pero me esforcé en evitar que la decepción se arrastrara demasiado profundo en mis pensamientos.
Pasaron varios minutos antes de que bajara a la cocina donde mi abuelo y tío Jonathan preparaban café y tostadas con huevo y queso.
—¡Buenos días, Dom! ¿Cómo estás? —saludó mi tío.
—Bien —respondí automáticamente—. Sé que tal vez esté un poco fuera de mí, pero estoy bien.
A pesar de mi respuesta, sabía que notaban mi desconcierto. Mi tío Jonathan intercambió una mirada significativa con mi abuelo, como si estuvieran sintonizados en mi estado de ánimo.
—No te obligues a mostrarte fuerte, ¿de acuerdo? —pidió mi abuelo con su tono amable.
Quise mantener mi fachada de fortaleza, pero su presencia cariñosa me hizo sentir que no tenía que forzarla.
Finalmente asentí y me dirigí a la escuela, adentrándome en la niebla que se disipaba lentamente.
Una extraña inquietud se apoderó de mí mientras me acercaba a la jardinera donde Ash solía esperarme. Sentía una necesidad urgente de hablar con él, como si quisiera evitar que también se distanciara.
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Una primavera llamada Asher
Teen FictionEn el mundo de Dominick Decker, la marca de flor con la que se nace lo es todo, por lo que él, siendo un desmarcado no puede más que sentirse excluido, al fin y al cabo, la popularidad y el valor están definidos por aquello que no tiene. Con la ment...