4. chilenita

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No le había gustado nada la forma en la que Enzo la miraba. ¿Acaso debía recordarle a su amigo que eran unos 8 años mayores que ella?

Agustín se debatía internamente el porqué le importaba tanto lo que hiciera Vogrincic con Lía. Intentó convencerse a sí mismo de que era un instinto protector que tenía hacia ella.

— A mi también me encanta ese disco, lo tengo en vinilo.
— ¡Mentira!— exclamó ella chica — Hace años lo estoy buscando, es que me encanta Drexler, pero pensé que no lo editaban en vinilo.
— Un conocido mío lo hizo, si querés te regalo uno, chiquita.

Magnolia sintió sus mejillas arder. Nunca un hombre tan guapo como él le había coqueteado de manera tan directa.

— Eh, pará un poco, vas a asesinar a Enzo con la mirada.

La voz de Matías lo arrancó de sus pensamientos. Su amigo se le había acercado, reconociendo la actitud inusual del rubio. Jamás había sido retraído, es más, es uno de los más cercanos en aquel grupo de actores.

Agustín parpadeó un par de veces y armó de inmediato una respuesta en defensa suya.

— ¿Qué hablas?, solo estoy pensando.
— ¿En qué?
— Nada que te importe.
— Que amables estamos, che.

Magnolia siguió en su charla, ajena por completo al conflicto de Agustín.

— Ey, Enzo.— entró Diego al cuarto — Jota quiere hablar contigo.

Enzo se excusó con Magnolia y se fue del lugar. La chica quedó allí hablando con Esteban, Francisco y Diego, quien se integró a la conversación.

— ¿Cuantos años tenés, Lía?— preguntó Francisco
— 20, cumplo 21 en enero eso sí.
— ¿Tan chica y con título universitario?
— Terminé el colegio dos años antes.

Los chicos la miraron sorprendidos.

— Mirá vos, nos salió interesante la nena.— dijo Diego.

Muchos rieron, pero para Agustín eso solo fue un recordatorio de que la nena era en serio una nena, mucho menor que él.

Los días pasaron, y llegó el momento en que se debían ir todos a sus casas a pasar las fiestas. El ambiente del último día estaba cargado de abrazos, despedidas, y promesas para cuando se vinieran los primeros días del rodaje de "La Sociedad de la nieve".

Bueno, en este momento en realidad la mayoría de despedía de Magnolia, Blas y Santiago, que eran los que se quedaban en España.

— Bueno, pobre Enzo, se va a ir con una tropa de Argentinos en el avión.— dijo Lía.
— Eh, más respeto chilenita, ¿cuantas copas tenés?— bromeó Pipe.

Ambos chicos se rieron con complicidad. Era la broma que se hacían todo el tiempo, en eso se había basado su amistad además de, obviamente, su gusto por el arte.

— Te voy a extrañar Pipe, aunque sean unos cuantos meses nomás.
— Y yo a vos, Lía.

Los chicos se abrazaron, reflejando un tierno momento.

— Che, dejen espacio que yo también la voy a extrañar.— dijo Fran
— Venga pa' acá mi hadita favorita.
— Ey, yo también quiero.
— Ven también Juani, te voy a extrañar insoportable.

Todo el grupo de chicos se abrazó a la maquillista, para luego proceder a despedirse de sus demás compañeros que se quedarían.

En el momento de distracción del resto, Enzo aprovechó de acercarse a la chica.

— Te prometo que a la vuelta te traigo el disco de Drexler.

Ella sonrió ante la promesa.

— Lo tendré en cuenta, eh.

Ambos, que habían compartido bastante también durante esos meses, se abrazaron y se despidieron.

Pronto, Vogrincic se re integró al grupo, y otro individuo se dirigió hacia ella.

— ¿Me acompañás afuera a fumarme un pucho antes de entrar a migraciones?

Lía, que se había dado cuenta de la reticencia del rubio a hablar con ella en los últimos días, se sorprendió con la propuesta, mas no la rechazó.

— Solo si también me das uno.

Él asintió y avisó a los demás que lo esperaran 15 minutos para entrar. Por suerte andaban con tiempo, razón por la cual el grupo no puso ningún reparo.

— Es extraño esto, una despedida cuando todo recién comienza.— dijo él, sacando un cigarrillo y pasándoselo.

Ella lo tomó y espero a que el tomara el suyo y lo encendiera para pedirle el fuego. Acción que no fue necesaria, pues él mismo se acercó a prender el de ella primero. Le agradeció con una sonrisa que hizo a Agustín sentir un calor en su corazón.

— Esto es lo bueno, la expectación hace la experiencia mas intensa.— respondió ella.— ¿Con quien pasarás navidad?, ¿Tienes alguna novia?

La pregunta iba con intenciones, era claro, al menos para ella que desde hacía unos días ya había asumido que ese hombre le gustaba.

Como respuesta, él dio una media sonrisa y negó.

— Tenía, de hecho habría pasado las fiestas con ella probablemente.— admitió — Pero se hizo difícil, con esto de que estaré lejos mucho tiempo, no es fácil mantener una relación.

Magnolia asintió.

— Todavía la quieres.
— Es mi familia.
— Entiendo.

De verdad lo hacía, ella misma había visto a su alrededor a algunas amigas de la universidad crear vínculos muy fuertes con sus ex, incluso con otras parejas. Es lo que tiene estar mucho tiempo con otra persona.

— Lo pasaré con mis viejos, respondiendo a tu pregunta.

Ella asintió.

— ¿Y vos?
— Yo... bueno, sola la verdad.
— ¿En serio?
— Sí, bueno, mi familia es un tema complicado así que dejémoslo en que en realidad nunca pasé una navidad con ellos ni siquiera cuando se suponía que vivíamos juntos.

Agustín hizo un gesto de entender, no quería preguntar más allá, pues el tema de notaba como algo difícil para ella.

— Chuta, ya deberías de entrar, igual queda tiempo pero por cualquier imprevisto, entren ahora.— dijo ella viendo la hora el asintió.

Antes de que Lía pudiera entrar, Agustín la tomo del brazo.

— Esperá, me quiero despedir bien de vos.

La voz sonó un poco más profunda, y una maraña de sentimientos atacó al cuerpo de la chica.

— Han pasado unos pocos meses, pero ya eres una amiga muy cercana para mi.— dijo él— Te voy a extrañar, lo que es raro, porque nos veremos pronto, pero igual sentía que tenía que decírtelo.

Magnolia, asintió y murmuró un "yo también te extrañaré".

El rubio no se había dado cuenta de lo cerca que estaban, hasta que pudo sentir la respiración tibia de la chica contra su mejilla. Aprovecho de ver sus ojos, atentos a cada movimiento que él hiciera.

— Adiós, Lía.
— Adiós, Agus.

Sin pensarlo mucho, sin pensar en todo el conflicto interno que tan solo unos minutos antes tenía respecto a aquella chilena, le dio un beso en la comisura de los labios.

Un beso que no duró nada, pero que dejó estragos en Lía, la que sintió su barriga llena de lo que sólo quedaba creer que eran mariposas.

— Nos vemos pronto, chilenita.

el tesoro || agustín pardellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora