5. por qué te demoras?

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Dos meses eran más que suficientes para poder convencerse de algo.

Tanto Agustín como Magnolia no podían parar de pensar en el otro, pero aquel pensamiento recurrente causó reacciones distintas en ambos.

Magnolia había asumido que le gustaba Agustín, eso ya era obvio, pero después de muchos sueños con el rubio de protagonista y muchas charlas con su amigo más querido e insoportable, Juani, decidió que apenas volviera a verlo tomaría cartas en el asunto.

Por otro lado, Agustín se sintió pésimo. Lía a penas tenia 21, entraba a sus veintes mientras el ya los terminaba. Le daba miedo sentir tanto, sobretodo por alguien mucho menor. No es como que estuvieran en etapas distintas de la vida, eran compañeros de trabajo y ella vivía sola hace mucho tiempo. Pero el hecho de que sea menor era algo que le generaba una disonancia.

Nunca había estado con alguien menor que él, y sentía que no era el momento de empezar tampoco. Razón por la que esos meses los ocupó en convencerse a sí mismo de que aquella interrogante de si Lía le había llegado a gustar tenía una respuesta negativa.

No intentaría nada porque no le gustaba, solo la quería como una amiga.

Febrero llegó, y esta vez no llegaron todos en el mismo vuelo a Madrid. Los primeros en llegar, porque querían pasar unos días con su nueva amiga en Madrid, fueron Juani y Paula.

Lía los esperaba en el aeropuerto para recogerlos, y a penas los vio llegar corrió hacia ellos a abrazarlos.

— Ay, nena, cálmate que me vas a asfixiar.— dijo Paula.
— Tengo 21 años, tonta.
— ¿A quien le decís tonta?

Ambas rieron a carcajadas y se abrazaron más fuerte.

— Ah ya, yo no valgo.
— Qué drama queen, amigo, ven acá.

La chica lo abrazó fuerte y le dio un beso en la mejilla.

— Ok, vamos rápido a casa que Blas y Santi nos esperan en un restaurante cerca de allá.

Ambos asintieron y siguieron a la chica.

Al llegar al restaurante los saludos fueron efusivos. Se sentaron y comenzaron a hablar de todo y de nada.

— Bueno, bueno.— interrumpió Paula— yo creo que aquí hay una pregunta que todos nos hacemos respecto a ti, Lía.

Todos los presentes asintieron y la miraron con expectación, a lo que la chica solo pudo reír y sonrojarse un poco. Detestaba cuando sus emociones eran tan obvias al resto, era casi como si fuera un ser transparente y la gente podía ver sus pensamientos y emociones.

— ¿Qué quieren que cuente?
— ¿Qué onda con Pardella?— preguntaron al unísono.

Se rieron un poco por la conexión, pero les podía más la curiosidad, por lo que de inmediato la miraron de nuevo buscando respuestas.

— Nada, solo... que me gusta.

Sus amigos pegaron un gritito de celebración.

— Pará, pará.— dijo Blas— ¿vas a hacer algo, verdad?
— Por supuesto que va a hacer algo.— dijo Juani — Siento que se enteren de esta forma, pero yo ya sabía esto y estuve aconsejando a nuestra chilenita.

Los chicos hicieron un gesto ofendido.

— Bueno, perdón.— dijo Lía — En mi defensa Juani es un pesado que no me dejó en paz hasta que se lo dijera.
— Bue, gracias, también te quiero amiga.

Lía le dio un beso en el aire y siguió con la conversación.

— No iba a decir nada, pero antes de que ustedes embarcaran, aprovechamos de ir a fumar un pucho afuera, y pasó algo que me hace creer que puedo tener oportunidad.

el tesoro || agustín pardellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora