27. chocolate y una romcom

355 40 12
                                    

Lía jamás tuvo la intención de romperle el corazón a nadie.

Ni a Agus ni a Enzo.

Sin embargo lo había hecho.

Después de ese reencuentro con Agus sintió culpa, muchísima culpa. Porque él la amaba y ella no podía decir lo mismo.

¿Lo quería con locura?, claro que sí
¿Quería con locura a Enzo?, también.

¿Qué bien le podía hacer a Agus si esa era su situación?

A pesar de despedirse de él e ir a Chile con la promesa de que ella lo llamaría para concretar aquella relación de una vez por todas ella no lo hizo.

Estaba segura de que le hacía un favor, el podía decir que la amaba aún siendo fallida, pero no era cierto. Mentía, y el no se daba cuenta de que mentía.

Pasaron meses en los que simplemente se limitó a decirle que nada podía pasar entre ellos y ya. No hubo mayor explicación.

Y entre ello el rubio tuvo que aprender a estar solo, ahora sí, y enojado.

Esta vez no podría perdonar fácilmente, esta vez no sería comprensivo.

A penas llegó a Chile, la chica se volcó al cuidado de su madre, procuró que esta siguiera cada uno de sus tratamientos.

— Te debes aburrir como una ostra.— dijo una tarde su mamá.
— La verdad es que sí, deberíamos ver otra peli, esta maratón de Harry Potter me está aburriendo.— comentó Lía— ¡Ay!, ¿te conté que tengo una amigo de la película que es igual a Remus Lupin?, déjame buscar una foto.

La chica tomó su celular y empezó a buscar con emoción las fotos que tenía con el cast. Los extrañaba.

— Lía... sabes a qué me refiero.

Ella separó la mirada de su celular y miró con extrañeza a su mamá

— No, no sé.
— No deberías estar acá, deberías estar con Agustín en Argentina.

La chica negó.

— No, entre Agustín y yo no pasa nada.— dijo — yo estoy aquí porque quiero estar contigo.
— Lo sé, pero también debes vivir tu vida.

Lía abrazó a su mamá.

— Lo estoy haciendo mamá, estoy viviendo mi vida contigo ahora.— comentó — quiero pasar este tiempo contigo.

La señora se limitó a asentir y callar. Tampoco es que quisiera alejar a su hija de su lado.

El tiempo pasó y el momento de grabar las escenas finales había llegado.

Magnolia debía viajar a Madrid.

Una vez se aseguró de que su madre estaría bien cuidada con Rosita, fue al encuentro de sus amigos y de aquel rubio al que debía intentar ignorar por completo.

Sin embargo aquello no funcionó.

A penas lo vio en la cena de bienvenida se tuvo que acercar a hablarle.

— Hola, Agus.
— Lía.

Le hizo un gesto con la cabeza y pronunció su nombre de manera cortante.

Eso la hirió, pero no le sorprendió, esperaba un poco de reticencia de su parte al hablarle.

Otra vez todos se habían quedado en el mismo hotel, pero esta vez cada uno tenía habitación propia.

el tesoro || agustín pardellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora