15. condiciones

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Desde muy pequeño Enzo había tenido una forma de ver el mundo distinta al resto, o al menos de quienes lo rodeaban.

La forma en la que se emocionaba con el arte y en que parecía reflexionar las cosas mundana de una manera más profunda, fue algo que hizo que alguna gente no lo comprendiera y que otra lo valorara.

Una de las personas que valoraba completamente esa forma de ser, era Magnolia.

La chica también había sido siempre una persona sensible, mas carecía de la aparente sabiduría que tenía Enzo.

Por esa razón decidió decirle a Enzo lo que había pasado con sus padres. No se lo dijo ni siquiera a Juani o a Paula, pero sí a Enzo.

— ¿Cómo te sentís con que quieran re conectar ahora?
— Por mucho tiempo pensé que no los iba a necesitar nunca mas en la vida, pero la verdad es que me emociona que quieran saber de mi, por fin.

El asintió.

— Hay una vocecita en mi cabeza, que dice algo que me parece que Agustín también piensa.
— ¿Qué dice?
— ¿Qué cómo voy a tener tan poca dignidad como para aceptar su propuesta después de todo lo que me hicieron?

La chica bajó la mirada hacia su plato.

Era muy temprano en la mañana, ambos eran los únicos que estaban en el restaurante del hotel. Enzo porque siempre despertaba temprano, y Lía porque no había podido pegar un ojo en toda la noche y decidió que era mejor empezar su día mas temprano que de costumbre.

— Mirá, no hay absolutamente nada de indigno en querer darle una segunda oportunidad a tus viejos.— dijo él — Es completamente natural que lo desees.

La chica levantó la mirada para ver esos ojos que transmitían confianza.

— No sé si se la merezcan, no sé si realmente pueden cambiar, quizá esto es una trampa... no sé.
— Lía, la gente sí puede cambiar.— dijo Enzo— no sé cuáles serán las intenciones de tus padres, pero si hay algo que yo siempre he pensado es que la gente merece una segunda oportunidad.

Ella asintió.

— Tienes razón.— dijo— además lo peor que podría pasar es que me dejen en la mierda, lo cual no es más nuevo, ya he tardo ahí.

Ella rió, y su bien el soltó una risa, la miró con seriedad después.

— No creo que eso pase, pero si llegara a pasar, yo mismo te sacaré, ten eso por seguro.

La maquillista internalizó aquellas palabras, y las guardó consigo.

Aquella noche, después del rodaje, aprovechó un momento de soledad en su habitación para llamar a su madre.

— Magnolia, que bueno escuchar de ti.
— Hola mamá, quería decirte que voy a aceptar la propuesta de volver a Chile cuando se acabe esta parte del rodaje.— dijo Lía— pero necesito poner unas cuantas condiciones para estar segura.
— Las que quieras, hija.
— No voy a dejar mi carrera, me gusta y es a lo que me quiero dedicar para siempre.
— Entiendo.
— Además, no quiero tener nada que ver con los negocios de la familia, nunca me interesó eso, prefiero estar al margen.
— Muy bien.
— Y por último, al primer maltrato, mentira o manipulación que vea, me voy a ir y no volveré.

Hubo un silencio en la línea, mas María Elena carraspeó.

— Te prometo que nunca más pasará, y perdón por todas las veces que...
— No te preocupes mamá, con que lo prometas me basta.

Luego de hablar por un rato más, Lía colgó el teléfono y sintió como si un peso gigante se le fuera de encima.

Feliz, fue a la habitación de Agustín, Matías y Enzo.

— Hola chiquillos.— dijo entrando feliz para luego echarse con Agustín en su cama y abrazarlo.
— Consíganse un cuarto.— dijo, divertido, Enzo.
— Ya tenemos uno, este.— contestó Agustín, aceptando gustoso el cariño de su chica.

Lía río.

— Bueno, ahora que lo solucioné, les puedo contar que llegué a un acuerdo con mis padres, así que volveré a vivir con ellos cuando el rodaje termine.

Enzo sonrió y felicitó a Lía, Matías también aunque no estaba muy seguro del contexto.

— ¿Segura que esto es lo que querés?— cuestionó Agustín.
— Segurísima.
— Entonces estoy muy feliz por ti.

Magnolia se acurrucó junto a Agustín, sintiendo la calidez de su abrazo. La noticia de su decisión había aliviado la tensión en su pecho, pero aún había incertidumbre en el horizonte. Agustín la miró con una mezcla de alegría y preocupación, consciente de los desafíos que podrían surgir.

— Estamos juntos en esto, ¿de acuerdo? —dijo Agustín, acariciando suavemente el cabello de Magnolia.

Ella asintió, agradecida por tener a alguien en quien apoyarse. La presencia de Agustín y la comprensión de Enzo le dieron fuerzas para enfrentar lo que vendría.




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cortito, lo sé, pero tranquilxs que se viene.

¿si hay aquí hermanes argentines, me pueden dar feedback sobre si estoy ocupando bien los modismos?

hago mi mayor esfuerzo pero a veces se me va jsjsjs.

el tesoro || agustín pardellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora