3. molestia

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Las calles de Madrid eran frías.

Los dos caminaban despreocupados, dirigiéndose hacia una cafetería cerca de donde estaban.

— ¿Cómo así conociste a Jota?— preguntó él— porque por tu acento noto que eres chilena.

Ella sonrió.

— Sí, soy de Chile.— confirmó — Pero hace un tiempo me vine acá a estudiar Cine, ahí conocí a Jota, me dio unas clases de efectos especiales y montaje.

Él asintió algo asombrado.

— ¿Qué película te hizo saber que querías estudiar Cine?

Lía lo pensó un pocos.

— Me parece que una chilena que se llama "Machuca".
— La conozco.
— Sí, bueno, no tiene mucho que ver con lo que hago ahora, pero definitivamente me sorprendió lo mucho que una película te puede abrir los ojos y cuestionar tu vida.

Agustín quiso preguntarle a qué se refería,  pero notó un semblante melancólico en la chica, por lo que prefirió esperar a que ella misma lo aclarara, algún día.

Lía se insultó internamente por revelar de más. Mas no sabía que lejos de incomodar a su acompañante, lo había intrigado.

Tomaron un café y continuaron hablando.

— ¿Y tú?— preguntó ella— ¿Qué fue lo que te hizo decidir ser actor?

El chico le habló de sus múltiples razones, muchas obras, películas y series le daban la convicción de estar en esa carrera tan difícil.

Sin duda habían congeniado bien, muy bien.

En los meses siguientes, luego de que evidentemente le dieran el trabajo a Lía, siguieron conociéndose y haciéndose amigos, de los más cercanos quizá del equipo.

— Lía, ayudame a repasar mis líneas, dale.
— Ya, ya voy, déjame terminar el maquillaje de Juani y voy.

Mientras el resto del cast entrenaba para ganar masa muscular y tener buen estado físico para la montaña, Lía los acompañaba para así poder analizar sus facciones y seguir con la creación del maquillaje específico para cada uno. Entre medio, con los que podía, iba probando ciertas ideas que le iban surgiendo a ver si funcionaban.

Así, Magnolia conoció al resto de los chicos, aquellos que en menos de unas dos semanas se convertirían en los mejores amigos que tendría jamás.

En ese momento, se encontraban en una sala de descanso que tenían, donde casi todo el elenco de encontraba hablando, bromeando, entre otras cosas.

— Che, Lía.— la llamó Esteban— Vení que Blas no me cree que en Chile también toman mate.
— Me parece más que sos vos tratando de hacerte la argentina. querida.

Justo se encontraba en un sillón del espacio donde los chicos descansaban, conversando con Agustín, Mati y Juani.

La chica rió.

— Eh Blas, no te preocupes, no tengo que renunciar a mi chilenidad para tomar mate, es bastante típico allá también.
— Sí sí, como no.

Magnolia volteó hacia sus amigos con los que hablaba antes.

— Perdónenme chicos, tengo que aclararle un par de cosas a un argentino hincha pelotas.

Fue corriendo donde Blas para seguir discutiendo entre risas, mientras Agus la miraba atento. Juani, presintiendo que se venía una conversación entre sus otros dos amigos, decidió seguir a Lía.

Una vez solos, el más joven decidió hablar.

— Mirá que pensaba levantármela, pero me parece que a vos te gustó posta la chilenita.— dijo Matías.

Agustín volteó y miró confundido al menor.

— ¿Qué decís?
— Que te re gusta, boludo, obvio.
— La conozco hace un mes.
— ¿Dije que te quisieras casar?, me parece que te gusta nomás.

El rubio negó con la cabeza tajantemente.

— De todas formas, ¿vos no estás con Male?
— Relación abierta, eso ya lo sabes, no te hagas el tarado.
— Sí pero, igual, es... distinto.

Matías solo atinó a poner los ojos en blanco.

— Allá vos si no querés admitir que al menos te atrae la mina.
— No, o sea.— intento ordenar sus ideas— Es re linda, eso es innegable, e inteligente, se puede hablar cualquier cosa con ella.

El chico lo miró con una ceja arriba.

— Bueno, che, me parece linda e interesante ya está, tampoco voy a pretender nada más.

Matías decidió dejar la conversación hasta  ahí.

Pasaron unos minutos en los que el rubio se encontraba distraído, mas al enfocar la vista en el grupo de sus colegas y amigos notó algo que le llamó la atención.

Se trataba de Magnolia y Enzo, hablando de manera muy animada. Se notaba que el último nombrado miraba a la chica de una manera especial, incluso podría decirse que intensa. Lo que era claro es que la sonrisa delataba que ambos se la pasaban muy bien en la compañía del otro.

Aquello hizo sentir a Agustín extraño, como si aquello le molestara de una forma que no alcanzaba a comprender.

Agustín se sintió desconcertado por la sensación de malestar que lo invadía al observar la interacción entre Magnolia y Enzo. Intentó desviar su atención, convenciéndose a sí mismo de que era solo una reacción pasajera, pero la incomodidad persistía.

Mientras tanto, Magnolia y Enzo continuaban su conversación animada, ajenos al conflicto interno de Agustín. Sus risas resonaban en el ambiente, creando una atmósfera de relajación y diversión para el resto, mas no para cierto rubio, que se quedó sentado apartado del resto, convenciéndose a sí mismo de que la razón de su molestia era porque Enzo era mayor que ella. mucho más mayor.

Como él también lo era.

el tesoro || agustín pardellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora