21. sodoma y gomorra

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Borró cassette de Maluma sonaba con fuerza.

La mamá de Lía había estado un rato con sus amigos, y había caído muy bien entre ellos, pero bastante temprano fue a dormirse con la condición de que la música sonara fuerte hasta la casa, y que la pasaran bien.

El grupo se sentían como adolescentes, pero aquello sólo sumaba alegría al festejo, haciendo que incluso Kuku bailara al ritmo de Maluma junto a Fran.

— No puede ser, los primos no.— dijo en broma Enzo

Matías y Ramusio jugaban a ver quien soportaba más shots de vodka negro. Della y Paula estaban sentados, ella encima de él diciéndose cosas al oído y riendo. Juani y Santi estaban, despreocupadamente besándose y bailando en la pista.

Magnolia no supo cuándo la relación de aquellos chicos había pasado de "amigos con derechos si que nadie sepa" a "ahora nos besamos frente a nuestros amigos", pero le agradaba.

Por otra parte, estaba ella, parada al lado de Enzo, tímida como nunca lo había estado, pensando en si el bailaría con ella o no aquel temazo que sonaba.

"cuando desperté yo te quise llamar..."

Enzo fumaba con tranquilidad mientras la chica moría de nervios.

— Sí querés invitarme a bailar, hacelo.

Lía lo miró sorprendida.

— ¿Estás seguro?
— Pues sí, pero no seré yo quien te invite. — dijo— ya la cagué una vez.

Ella sonrió y le extendió su mano, la cual él, gustoso, aceptó.

Se movieron hacia donde las otras parejas bailaban, e impresionantemente para Lía, el uruguayo sabía moverse muy bien al ritmo de la música. Había mejorado bastante desde la última vez que habían bailado juntos.

La caderas de ella estaban imposiblemente juntas con las de Enzo. Lía se encontraba de espaldas, disfrutando de la canción y de sentir el cuerpo de Enzo tan cerca del suyo.

Se lamentó por unos segundos, el hecho de que no fuera el de Agus, su Agus, pero sabía que tenía que empezar a superarlo. Por ello volteó uno segundos para quedar cara a cara con su acompañante.

— Si estás pensando en besarme, Lía, te advierto que la última vez salió mal.
— Pero la primera salió tan bien...

Había algo en la forma en la que lo dijo, que hizo que Vogrincic no se resistiera a esos labios.

El beso era un poco desesperado, pero al mismo tiempo tierno, él sabía bien lo que hacía, y por primera vez en muchas semanas, Lía se pudo sacar por completo de la mente a Agustín.

Porque solo existía el aquí y el ahora, Enzo y el beso, Enzo y sus labios. Borró cassette y la piscina. Sus amigos al rededor. No había ningún problema en el mundo.

Aquella noche la casa de la piscina de los Walker se convirtió en Sodoma y Gomorra, una situación que no había visto por lo menos desde 1970.

Los primeros en irse a "descansar" a su habitación designada, fueron Paula y Della.

— Dejé condones en la mesa de noche.— le susurró al oído Lía a su amiga.

Paula se sonrojó, le dio un pequeño golpe en el hombro, pero también le agradeció.

Luego, los que quedaban plantearon jugar verdad o reto.

— Chicos, estamos un poco grandes para ese juego.— dijo Feli
— Bueno, no hay daño en pretender que somos adolescentes de nuevo.

Y así, fue como se pusieron en un círculo, jugando a una versión de verdad o reto que seguramente los dejaría en un coma etílico.

— Juani, ¿verdad o reto?— preguntó Magnolia, con picardía.

Habían pasado unas cuantas horas desde que había comenzando el juego.

— Verdad.

Magnolia, dentro de su ebriedad, consideró que era buen momento para darle un empujón chiquitito respecto a Santi.

— ¿Es verdad que quieres que Santi sea tu novio?

El rubio casi escupe la cerveza que estaba tomando, y el tuitero aficionado miró a su amiga con una mirada asesina.

— Eh... sí, puede ser... — respondió nervioso
— ¿En serio?— preguntó Santi con esperanzas

Había bastado solo eso para que aquellos dos se besaran y fueran al cuarto que competían juntos.

— Interesante.— dijo Mati— Bueno, Kuku, ¿verdad o reto?
— Reto.— respondió decidido
— Besa a quien consideres más guapo en el grupo.

Por unos segundos Enzo temió que Esteban besara a Magnolia, pensando que si era así no tendría oportunidad contra él al momento de conquistarla.

Mas el hombre hizo algo que sorprendió- en realidad no tanto- al resto, y le dio un casto beso en los labios a Fran.

— Ay, gordis, ya te estabas demorando.— dijo Fran, emocionado después del beso.

Los dos rubios tampoco tardaron demasiado en subir a su habitación.

— Bueno, yo reto a Mati a besar a Lía.— dijo Ramu

Enzo sintió su mundo caerse, mientras los retados se miraban con resignación y cumplían su mandato.

— Wow, fue como besar a mi hermano— dijo Matías después del beso.
— Literal, y ni siquiera tengo hermanos.

Ambos rieron a carcajadas y juraron nunca más hacer aquello.

— Bueno, al menos aproveché la relación abierta.— dijo Matías.

Pronto, Enzo y Magnolia fueron los últimos que quedaron en el patio.

— Así que estamos solos.— dijo ella
— Sí.
— Me estoy preguntando cuanto tardarás en llevarme a la cama.
— Seguí esperando, creo que no estamos en condiciones de hacerlo.

La chica rió.

— No sé si notaste que tomé un vaso de agua entre cada cerveza que tomé, estoy. completamente sobria.

Él, que se había dedicado más que más a fumar, y que no tenía borrachera, sintió su corazón acelerarse.

— ¿Querés que vayamos a la pieza?
— Pensé que nunca preguntarías Vogrincic.

Ambos se dirigieron a la pieza que tenían asignada, y la única libre.

Al cerrar la puerta, Lía se apoyó en ella, y acercó a Enzo a su cuerpo.

— ¿Estás segura de esto?
— Sí, por favor, hazme olvidar.

Enzo también quería olvidar. Quería olvidar todo lo que había dejado atrás en Uruguay. Su relación fallida, sus dos gatas, aquel departamento que casi llamó hogar.

Así que lo hizo.

La tomó en brazos, la acostó delicadamente en la cama.

Y aquello sería lo último delicado que haría, pues entre las mordidas, los chupetones, caricias y rasguños, ambos marcaron territorios que en realidad no tenían ganas de conquistar.

Estaban calmando una necesidad.

Aunque lo hacían de la mejor manera posible, ambos sabían como dar placer el uno al otro.

Aquella noche la casa de los Walker se convirtió en Sodoma y Gomorra. No hubo ninguna habitación que quedara limpia de actos lujuriosos, ni siquiera la de Felipe y Matías.

Todos cedieron a la tentación.

Y quizá aquello había sido lo mejor.






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el tesoro || agustín pardellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora