30. matrimonio

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A Magnolia le encantaba decir lo que ella haría distinto en las películas.

— Piensa en Notting Hill, por ejemplo, si pusieras a... Gwyneth Paltrow en vez de Julia Roberts le creería más el papel.

Agustín la miraba fascinado.

— ¿Me estás diciendo que Gwyneth Paltrow es mejor actriz que Julia Roberts?— cuestionó Fran
— No, pero sí tendría la capacidad de actuar mejor la personalidad del personaje.— argumentó — esa de una actriz que encasillaron como sex symbol pero es mucho más que eso.

Su novio solo escuchaba el debate con admiración, creía que la chica tenía una pasión que no había descubierto por todo lo que implicaba hacer una película.

— Cuidado, que estamos ante la próxima María Laura Berch.— dijo Agus.

Los chicos rieron un poco y la muchacha se sonrojó.

Días después, el mismo Agustín le había comentado a María Laura de aquella anécdota, y en cuanto la mayor se encontró en el set con la chica, le habló.

— Ay, que vergüenza, realmente no sé a qué se refería con eso.
— Yo creo que sí Lía, tenés un olfato único para estas cosas.— dijo
— Pero tú eres una capa, yo apenas estoy empezando a ser una maquillista.
— De las mejores con las que he trabajado, no te desmerezcas.— le dijo— Mírame, empecé en la película como directora de casting, ahora soy coach actoral, estoy yendo más allá de lo que hacía antes, pero me gusta.

Desde aquel momento la chica se quedó pensando en la idea de ser más que solo una maquillista.

Después de todo, había estudiado Cine.

Pero sus sueños eran muy ambiciosos. Quería hacer películas, pero no tenía la idea de solo dirigirlas, quería ser parte de todo el proceso. Quería crear las historias, elegir a los actores, elegir las locaciones para grabar... todo, hasta el más mínimo detalle.

— Eso lo lograrías si hicieras una productora.— le dijo su madre alguna vez

La idea parecía descabellada. ¿Con qué dinero montaría una productora de cine?

Lo supo en cuanto la lectura de la herencia de su madre reveló que toda la fortuna que le correspondía a ella se la había heredado a su hija bajo la siguiente promesa:

"Haz la mejor casa productora de cine de Latinoamérica"

No era una condición fácil, pero si una que estaba dispuesta a intentar cumplir.

Y a pesar de las pataletas que hizo su padre, logró recibir aquella cuantiosa herencia junto con las demarcaciones que su madre había hecho con cada cantidad de dinero que había dejado.

"Esta cuenta de ahorros es para la productora", "esta es para tu nueva casa en Buenos Aires", "Esta es para cuando tengas tu matrimonio, con cualquiera de todos tus pretendientes".

Rió tanto aquel día, su madre lograba ser graciosa incluso no estando más en ese plano.

También rió porque era increíble la forma en la que su madre tenía más claro su futuro que ella misma. Se había preguntado muchísimo que es lo que seguiría para ella luego de que se terminara su trabajo en La sociedad de la nieve, y luego de que su mamá falleciera.

Era evidente que todos los caminos la llevaban a Argentina, el lugar donde estaba la mayoría de su nueva familia, el lugar donde vivía el amor de su vida, el lugar del que venían los grandes artistas que ella admiraba.

En Chile, con todo el dolor de su corazón, solo quedaba una gran casa vacía, en la que su padre pasaría unas cuantas semanas al año y que Rosita mantendría impecable todos los días a pesar de no recibir a prácticamente nadie.

el tesoro || agustín pardellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora