12. somos novios

834 76 29
                                    

Magnolia siempre había sido una niña muy tradicional.

Descubrió el feminismo cuando estaba en la secundaria y cambió su vida, mas ciertas cosas quedaron dentro suyo para siempre. Cosas que no estaban necesariamente mal ni eran machistas per sé, pero si que habían sido inculcadas por la educación católica y conservadora que le dieron... sus nanas.

Es por eso que, hasta ese momento, semana número ocho de las grabaciones, Lía se encontraba en un conflicto interno.

— No entiendes, Pau, él tiene que pedírmelo.
— Amiga, ya se acostaron juntos, creo que podés pedirle que sea tu novio y ya.

Ambas se encontraban sentadas en unas sillas cerca del lugar donde se grabaría la escena del alud.

— No es eso, es que...— Magnolia suspiró — Yo sé que estúpido, pero soy incapaz de hacerlo, me muero de vergüenza.

La chica hundió su cara en sus manos.

— De verdad que a veces no te entiendo.— dijo Paula— eres súper directa con todas las cosas la mayoría del tiempo... ¿por qué esto te genera tanta ansiedad?
— Supongo que es algo internalizado de cuando era pequeña.— dijo— Siempre me enseñaron que no había que parecer desesperada ante un hombre, y aunque racionalmente sé que eso es absurdo... ya he parecido más desesperada de lo que quisiera.

Paula le dedicó una sonrisa comprensiva.

— Mira, lo entiendo.— dijo— Sé que no es fácil, pero desesperada no parecés, quizá un poco enamorada sí, pero, ¿qué hay de malo en eso?
— ¿Qué hay de malo en estar enamorada?, número uno: me puede romper el corazón, número dos: no vivimos en los mismos países, las relaciones a distancia no funcionan y eso me dejaría en la miseria.— dijo— Ahora que lo pienso así creo que ya no quiero ser su novia.

La actriz trató de calmar a su amiga tomando con delicadeza la mano en la que iba enumerando los problemas.

— Pueden pasar muchas cosas, pero lamento decirte ya estás ahí, Lía.— le dijo ella— La cosa es si querés sufrir ahora, terminando todo para adelantarte al hecho que crees que va a ocurrir o te arriesgas a la posibilidad de que salga bien.

Lía pensó mucho en las palabras de su amiga, que como siempre, tenía razón.

Se estaba enamorando, le daba terror enamorarse, pero ya no había vuelta atrás. El rubio había calado demasiado hondo en ella como para no seguir.

La escena del alud era complicada. Se iba a tener que grabar en varios días, sino semanas. Aquello distrajo a Lía de sus pensamientos para poder empezar a trabajar en lo que serían los maquillajes de los personajes que fallecían.

La maquillista se dedicó tanto a ello en ese día que empezaba a grabarse esa escena, que no notó lo nervioso que estaba Agustín.

— ¿Y si me dice que no?
— No seas cagón, Agus, no te va a decir que no— dijo Matías— está muerta por vos.
— Confirmo.— dijo Blas— cada vez que viene al cuarto a hablar con Juani habla de vos.

El rubio sonrió un poco ante eso.

— Está bien, tienen razón.— dijo— incluso si dijera que no lo haría, lo vale.

El día pasaba y algunas partes de la escena del alud eran grabadas.

Al anochecer Jota decidió que era mejor terminar el día de rodaje, y así Agustín junto con sus fieles amigos, pusieron el plan que tenían en marcha.

— Pau.— llamó el chico.

La actriz se acercó, aprovechando que Magnolia y Juani discutían algo sobre si era mejor Casi Angeles o Rebelde Way.

— Decime, Agus.— dijo
— Necesito pedirte un favor.— dijo— Mantén distraída a Lía hasta las 8:30 y de ahí decile que venga a mi cuarto.

Paula miró con intriga al hombre que estaba nervioso y a su lado a Matías y Ramu que parecían estar a punto de robar un banco.

— No puede ser, le vas a decir que sea tu novia.
— Hablá más bajo, dios.— se quejó Agustín.
— No te preocupes, no escuchó nada, está ocupada.— dijo ella apuntando a Lía— Mirála.

Se veía a Juani y ella discutiendo.

— ¿Acaso Rebelde Way tiene a Lali?
— No, pero tiene mejores temas.— argumentó Lía— Sweet baby, Inmortal...—
— Pero no tiene a Lali.

El rubio se rió de la conversación que tenía su chica.

— Bueno, genial que esté distraída.— dijo— Y sí, se lo voy a proponer, pero para eso necesito que se mantenga así como está.

Paula asintió.

— ¿Y ustedes que van a hacer?
— Ayudar a Agus a hacer la ensalada.— dijo Mati.
— Pará, ¿ensalada?— cuestionó Pau.
— Y bueno, mucha opción no tengo.

La verdad era que las restricciones de comida eran cada vez más estrictas, debían seguir perdiendo peso a pasos agigantados, por lo que siquiera un día de saltarse la dieta implicaría un retroceso.

— Bueno, dale, pero bancá que le digo a Della que te ayudé y te de un vino, que es una ocasión especial.

Agus sonrió.

— Te debo una, Pau.
— Con que por fin concreten esto me basta, querido.

Así fue como Matías y Ramu comenzaron a preparar todo, mientras Agus trataba de conseguirse con Della la botella de vino.

Luego de unas horas todo estaba listo, por lo que Pau mandó a Lía a la habitación de Agustín.

— Me parece que te está esperando.
— ¿Y por qué no me avisó él?
— No sé, andá a preguntarle.

La chica fue con pasos apurados en esa dirección.

Al llegar vio como algunos de los chicos salían de la habitación.

— Lía, Agus te está esperando.— dijo Feli.

Antes de que ella pudiera preguntarle a alguno que es lo que estaba ocurriendo, Matías y Felipe se fueron corriendo.

Extrañada, abrió la puerta, para encontrarse con la habitación iluminada por velas y un Agustín que sonriente la esperaba con una ramo de flores.

— Agus...— dijo sorprendida
— Quería hacer algo especial para tí.

La chica se acercó a él y recibió el ramo de tulipanes, sus flores favoritas.

— Esto... es lo que pienso...— ni siquiera podía terminar la frase, la chica estaba demasiado emocionada.
— Mirá, se que he sido un cobarde la mayor parte del tiempo desde que nos conocimos.— dijo él — Y estoy cansado de serlo, te dije que quiero todo con vos y lo dije en serio, Lía.

El acarició la mejilla de la chica, que había empezado derramar unas lágrimas ante las palabras.

— Quiero estar con vos, decirte todo lo días lo maravillosa que sos, escucharte hablar por horas de tus películas favoritas.— dijo él— Quiero que sepas que te quiero en serio, ¿querés ser mi novia?

Magnolia ya era un mar de lágrimas, por lo que solo asintió con la cabeza y abrazó a aquel rubio que tan loca la volvía.

Ahora eran novios, pero quizá la tranquilidad de este momento no duraría tanto como quisieran.

el tesoro || agustín pardellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora