CAP 8 - Charles no come picante

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"Soy vulnerable ante tu ser"
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El tiempo fue su mejor aliado y era reflejado en la tabla de posiciones; ambos pilotos de Ferrari se mantenían en lo más alto de la misma.

Fueron cuatro largos meses de largas carreras en los cuales habían conseguido la mayoría de los puntos. Carlos en primer lugar y Charles detrás de él con 160 y 142 respectivamente.

Todo el mundo enloquecía con la dupla que formaba la escudería Italiana, sin duda no había manera de que alguien los frenase. Hamilton los seguía con 116 puntos, pero no era suficiente, Carlos era consciente de que tenían que estropearlo todo para que Hamilton si quiera alcanzase a Charles y eso no lo iba a permitir.

Llegó la carrera más importante para Carlos; el gran premio de España y la última carrera previo al descanso de verano.

Saludaba efusivo en el desfile previo a la clasificación; era el año en el que su nombre resonaba más que el de Fernando y eso lo hacía sentir imbatible.

—La gente te ama.

Le susurró Charles sin despegar la vista de la afición y él sonrió.

—Nos aman a ambos —agregó confortando al monegasco.

Saludaba cuál realeza y tarareaba junto a la afición su canción preferida y con la cual lo identificaban.

Podría acostumbrarse a la gloria, a estar hasta arriba del todo; la sensación era algo que no cualquier cosa podría comprar, es más, ni si quiera conocía algo que pudiese semejarse a ello. La gloria, el reconocimiento y respeto.

Aún no era ganador, pero sin duda esperaba serlo y con Charles de su lado lo haría realidad.

Y es que este último había estado hilando un plan Perfecto para que todo resultase bien para ambos; al inicio, la escudería estaba molesta con ambos pilotos pues estos no acataban las órdenes, la estrategia de Ferrari era deficiente y Charles lo demostraba.

Con el paso de las carreras, Ferrari se dio cuenta de la estrategia del menor, pero sin saber el motivo real que esta arrastraba detrás de si. Ferrari desistió al querer imponer una estrategia, por lo que se apegaron al plan del monegasco.

Cada día caía más por él, ahora no solo se dejaba ir por lo banal y se segaba por el físico del ojiverde. Ahora estaba perdidamente enamorado por la inteligencia que poseía el menor y eso le aterraba.

Charles siendo una mente maestra, una araña que entrelazaba sus sedosos hilos para formar una telaraña preciosa, resistente, perfecta. ¿Qué pasaría si Carlos cállese en esa red?

A ciencia cierta no estaba seguro, de un tiempo atrás Charles había estado comportándose diferente; más accesible, cariñoso. Ya no existía el pudor entre ambos y mucho menos por parte del monegasco que no le tenía miedo a pasar prácticamente sin ropa frente a Carlos.

No era queja, pues Carlos veneraba su cuerpo y amaba que hiciese eso, el problema era ¿qué tanto era capas de resistir? Incontables veces tuvo que cruzar las piernas o cubrirse con algo para no dejar a vista del ojo público la carpa que se formaba en sus pantalones.

Miradas indiscretas, acercamientos que ya no eran considerados normales y más intensos que años anteriores, quería creer que Charles lo hacía con intención para provocarlo, que él también gustaba de Carlos y que quería estar con él, pero algo dentro de sí también consideraba que solo era la confianza aumentando en la dupla.

No obstante, ya no podía residir más.

Ese día, sin importar el resultado, estaba dispuesto a dar un paso esencial para su relación con Charles. Jugaría todas las cartas y pondría a prueba su suerte.

TIRANDO EN DIRECCIÓN OPUESTA | CHARLOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora