CAPITULO OCHO

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5 MARZO

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5 MARZO.

La luz pega de lleno en mis ojos cuando alguien abre las cortinas de golpe, espero no se vuelva una costumbre que me despierten de esta forma, resulta muy incómodo y molesto.

—Buenos días, señora. —es la inconfundible voz de la señora Juls

Con más pereza de la habitual, salgo de la cama y tomo la bata que otra de las chicas de servicio acerca para mí.

—¿A qué se debe esto señora Juls? —interrogó a la mujer cuando Vania y otra chica entran con la bandeja del desayuno

—Es una orden del señor Eastman. Pide que esté lista y la espera en su oficina a las cinco en punto. —no me queda otra que asentir. De seguro son más órdenes que debo seguir.

La señora Juls sale con todas las chicas y solo queda Vania que enseguida la sigue cargando el cesto de ropa sucia.

Después de la boda, del beso en específico, evite a Nevan por el resto de la celebración. Al término de la ceremonia el banquete empezó y por un buen rato Nevan no estuvo presente, me quede cerca de Viola y Mark quien por protocolo me presentó a los invitados, en todo momento fueron amables y ninguno me interrogo, lo cual fue muy bueno y mantuvo a raya mi nerviosismo. También agradezco que Mark se haya quedado siempre cerca.

A la medianoche todos se habían retirado y esa noche volví a regresar a mi habitación y Nevan a la suya. Cada quien por su lado. 

Con tanta indiferencia que es como si no hubiera pasado nada.

Temprano en la mañana ya estaba lista Lex para ayudarme con todo lo necesario. Se ha adaptado a una velocidad impresionante. Ha prometido hacerme compañía en esta locura. Y esa misma tarde regresamos a la casa, el personal volvió a instalar mis cosas y por estos días me he mantenido ocupada explicándole a Lex los pormenores y a ponerme al corriente con mis asuntos editoriales.

Debo reorganizar mi vida, los posibles proyectos futuros y sobre todo buscar salvaguardar mi salud mental para todo lo que se avecina. El peso de esto ya empieza a ser considerable.

Ahora cuatro días después de la boda, el aire está cargado de expectativas y nuevos roles que debo asumir como la esposa de Nevan, mi recién estrenado esposo y candidato presidencial, nótese mi sarcasmo.

El equipo de campaña sugirió esperar unos días antes de revelar nuestra unión al público.

Pero la argolla en mi dedo anular no miente: estoy casada.

Al brillo matutino el rojo de la piedra principal, los diamantes pequeños y todo bañado en oro reluce más. Mi vida ha girado por completo en un parpadeo. Y yo lo acepte.

—Buenos días. —tomaba un sorbo a mi café cuando Lex llega

—¿Algo que decir Lex? —termino mi desayuno y busco en las gavetas del vestidor lo necesario para cambiarme de ropa y arreglarme

EL CONTRATO DEL PODER (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora