CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS

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—No

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—No...Yo no te conozco...no sé quién eres...

Mi corazón frenó de golpe, la sangre bajó de la punta de mi cabeza a los pies.

¿Qué acaba de decir Aria?

No. Esto está mal.

Es una maldita y cruel pesadilla.

Que alguien me diga que no es cierto.

Nevan está frente a la camilla petrificado, demasiado pálido y en shock. 

Alguien se acerca por el pasillo, es otro médico con dos enfermeras, algo le susurra en el oído al otro doctor y salen de la habitación, en cuestión de unos segundos, Nevan sale tras de ellos hecho una furia.

Ninguno esperábamos algo como esto.

Toda la tensión y preocupación está a tope, Mark y sus padres no tardan y también siguen a Nevan, yo no sé qué hacer. Me da miedo ver a Aria y que tampoco me reconozca. He extrañado tanto a mi amiga, mi familia, pero ahora estoy sintiendo un remolino de emociones arder en mi interior.

Trato de callar por un segundo esta mierda y con las piernas temblorosas me levanto del sofá para entrar a la habitación. Asomo la cabeza y ella alza la cara, sus orbes están apagadas, pero se llenan de lágrimas y los labios le tiemblan ligeramente, corro hacia ella y la abrazo, su cuerpo tiembla, puede sentir que está en los huesos, demasiado pálida y débil, realmente la lastimaron.

El mes más largo de mi existencia al fin creo que está llegando a su fin.

—Ya estás a salvo... —le susurro y su llanto lleno de dolor llena toda la habitación —Tranquila...ahora estás con nosotros Aria...

Pasan los minutos y Aria se calma un poco por lo sedada que está debido a tanto medicamento, todo el tiempo que ella estuvo en sabrá dios qué lugar y por la falta de energía se queda dormida. Está demasiado agotada. No creo que se sienta del todo tranquila porque por un rato mientras duerme ella frunce el ceño, aprieta los dientes y su respiración se vuelve agitada. Es como si tuviera pesadillas. 

Salgo de la habitación para buscar un poco de aire y tal vez un café para Héctor y Elena que no se han movido ni por un segundo. Obvio están demasiado preocupados.

La sala de espera luce algo vacía, no hay rastro de todos los demás, más que Vico y otro guardia en el otro extremo, hay dos cabelleras rubias sentadas en otro sofá y que reconozco a la perfección, una está con la cabeza agachada y las manos tapándose la cara, luce frustrado y molesto, el otro a su lado le pone una mano en el hombro en señal de apoyo. Estoy algo rehusante a acercarme porque no sé qué decirle, pero aun así llego a su lado.

Mark alza la cara y trata de sonreír a lo que yo solo aprieto los labios —¿Se quedó dormida? —me pregunta y yo asiento

Nevan apenas si se mueve, desde hace horas luce muy consternado y sumido en sus propias ideas.

EL CONTRATO DEL PODER (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora