CAPÍTULO VEINTISÉIS

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Pentágono

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Pentágono.

—¿Tenemos un acuerdo?

—Lo tenemos señor presidente

Miro por última vez a cada uno de los presentes antes de levantarme para salir de la sala y abandonar el pentágono.

Vamos por la carretera de regreso a la casa blanca —Creí que sería más difícil convencerlos hermano... —Mark sonríe de lado y yo asiento

No podía permitir que una sublevación militar ocurriera. 

Conozco este mundo como la palma de mi mano y me habría dicho más de ellos que hubieran aceptado a la primera los términos de la nueva reforma, el mejor punto es que las negociaciones resultaron más productivas de lo que pude imaginar.

En aparte agradezco que nada pase a mayores y resolviéramos el asunto lo más pronto posible.

—Soren... —saludo apenas lo veo parado en el umbral de la entrada

—Señor presidente... —pongo un pie dentro de la casa y el comienza a recitar varías actividades que aún tengo pendientes durante el día —Mañana no olvide que será la cena de estado con los embajadores y personal diplomático de Inglaterra, Francia, Italia, España, Suecia, Portugal y Holanda

—¿La primera dama ya lo sabe?

—Todo está preparado, ella aterrizó hace una hora en Nueva York, estará en una reunión cerca de Wall Street con varias organizaciones, pero regresa mañana a primera hora, y ya dejó todo organizado...

Entramos en la oficina oval, Mark saca su tableta y Soren sigue con la lista de actividades.

—Quiero que hagas algo Mark...

—¿Qué cosa? —le hago una seña a Soren para que se retire, al minuto obedece

Observo fijamente a Mark y sin titubeos sale de mis labios las palabras —Saca a Vanessa de aquí...

Mi hermano como si lo hubieran exorcizado gira la cabeza a prisa y sus ojos se abren de forma exuberante.

—¿Enserio? ... ¿No estás bromeando Nevan?

—¿Por qué lo haría? —mi tono es firme, no quiero juegos absurdos, mi decisión es irrevocable

Mark abre varias veces la boca, pero la cierra, no sabe que decir —Solo haz lo que acabo de pedirte Mark...no la quiero aquí...no quiero volver a verla

—¿Quieres que la saque o quieres que la despida?

—Lo que creas más conveniente... no me interesa...

A Mark no le queda otra que asentir, en su mente lo está digiriendo y solo se limita a guardar silencio, aun así, cambiamos de tema por el resto de las obligaciones que tengo por hacer.

<<Que días más complejos he tenido.>>

Hay varias cosas que no dejan de darme vueltas en la cabeza, pero el epicentro es una mujer de cabello rubio, ojos azules encantadores y una petulancia egocéntrica arrolladora. Terca como ella misma y de un carácter tan duro que cuesta penetrar sus muros.

EL CONTRATO DEL PODER (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora