CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE

1K 92 7
                                    

Días después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Días después.

No puedo creer que estemos ya en diciembre. Y yo esté a punto de regresar a la casa blanca.

Hoy saldré del hospital.

Más de un mes en este hospital.

Lex desde muy temprano apareció en la habitación, con su ayuda me di una ducha y al salir ya tenía lista mi ropa, un hermoso vestido azul marino, sin mangas, de cuello redondo, a la rodilla y entallado, digno de una primera dama. Aún no puedo usar tacones, pero me trajo zapatillas que le colombina. Por el frío también un lindo abrigo color camel. La mejor parte fue maquillarme.

Me siento más viva que nunca.

Al paso de los días ya me he recuperado por completo.

Mi costilla sano, la herida en mi brazo ya cerró, solo queda la cicatriz, recupere peso, los moretones y raspones también se fueron. Estoy volviendo a ser yo.

Ocupe rehabilitación y algo de terapia física, por tanto, tiempo en la camilla, los golpes y las cirugías, mi cuerpo estaba débil en musculatura y movimiento. Seguiré bajo monitoreo eso sí, todo por el aneurisma que tuve en el cerebro, gracias al cielo no he tenido una mayor complicación y todo parece ir en orden.

Hoy también es el inicio de una nueva etapa.

Después de la tormenta llega la calma.

—Le falta esto a la primera dama... — Lex me da una caja, yo la recuerdo, y al abrirla es justo lo que pensé.

El collar que me dio Nevan antes de la boda. Sigue tan hermoso y brillante. El diamante amarillo y los dos diamantes azules. Lex no espera más y me lo pone alrededor del cuello, resalta con el azul del vestido.

—Ahora ya estás lista...

Al salir de la habitación, lo primero que veo es a Soren, al lado de Julio y Mateo. Cuando me ven los tres sonríen y yo también. —Un placer volver a verla mi señora...

—Gracias muchachos

Llegando al lobby, me despido de los médicos que me atendieron y de las enfermeras que también estuvieron conmigo, pero justo en el centro, está el. Mi esposo. El presidente. Tan guapo, imponente, fuerte, cuando sus orbes se unen a las mías, sonríe.

<<Esa sonrisa que es solo mía.>>

—¿Nos vamos? —estira su mano, el corazón me salta en el pecho, que no dudo en entrelazar nuestros dedos y el deja un delicado beso en el dorso de mi mano

—Vámonos...

No sé qué tanto nos depare fuera de estos muros o en el futuro. Aún hay asuntos que debemos resolver y que el mundo sepa que el presidente y la primera dama están de regreso.

EL CONTRATO DEL PODER (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora