Temporada 2: La vida que elegimos

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El caos se estaba apoderando nuevamente de la ciudad, el pánico y la histeria colectiva de todos los ciudadanos de Los Ángeles

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El caos se estaba apoderando nuevamente de la ciudad, el pánico y la histeria colectiva de todos los ciudadanos de Los Ángeles. Nos tenían a nosotros sin descanso debido a todas las falsas alarmas sobre bombas. No era una, ni dos llamadas falsas. Eran cientos de ellas y ninguna resultaba ser cierta. Las amenazas continuaban, la abogada que termino con todas esas quemaduras y un ajustador de seguros que termino grave y está en estado crítico. Intentaba calmar mi mente y pensar en otra cosa, pero era complicado. Más ahora que nos dirigíamos hacia una escuela por una supuesta amenaza de bomba dentro de una mochila. Y no se porque presiento que se trata de una nueva falsa alarma.

Iniciamos con el operativo, acomodamos los camiones de tal forma que sirvieran como escudo en caso de que algo pasara, los estudiantes tras estos lo suficientemente resguardados para que nada malo les ocurriera. Ahora todo estaba en manos del escuadrón antibombas, ellos eran los expertos. Por mi parte no quería estar cerca de una bomba o algo que explotara, no después de lo que paso hace un tiempo. Los minutos se volvían más tensos, era una sensación de nervios que no había sentido antes y no se sentía bien. Gire la mirada al sentir el agarre en mi mano, al girar un pequeño de ojitos claros sosteniéndome con fuerza. Correspondí a su agarre, indicándole que todo estaría bien.

Al final había resultado en una falsa alarma como todas las demás en la lista. Solo una niña despistada que había olvidado su mochila en el patio. El turno llego a su fin después de tantas falsas alarmas, necesitaba un momento para mí, lejos de todo y de cualquier cosa que pudiera distraerme. Me fui hasta el centro comercial para pasar un rato de caridad conmigo misma y necesitaba reemplazar varias cosas en casa si quería reiniciar mi vida. Me sobresalte al sentir un golpe en mi pierna y un quejido, a mi lado un niño sobando su nariz, solté una risa antes de inclinarme hacia el para ayudarle a quitarse el helado del rostro.

— ¿Estas bien? – cuestione mientras continuaba limpiando su cara. – deberías tener cuidado.

— Si. Lo siento. – menciono. – oh es la bombero.

— ¿Me conoces?

— Si, hoy sostuvo mi mano, cuando tenia miedo. – una sonrisa se formo en mis labios ante esa casualidad.

— Que buena memoria tienes. Fuiste muy valiente hoy.

— ¿No tuviste miedo?

— La verdad, tuve un poco de miedo. Pero cuando sostuviste mi mano, el miedo se esfumo. Ahora deberías ir con tus padres, seguro se preocuparán si no te ven.

— Si. Gracias, señorita bombero. – agito su mano antes de darse la media vuelta.

Me quede observando a ese niño un momento. Una tranquilidad indescriptible invadió mi cuerpo luego de hablar con él. Negué un poco antes de continuar con todos mis asuntos. Había comprado bastantes cosas que me ayudarían a cambiar un poco las cosas en casa, empezando por la decoración que había sido elegida en su mayoría por Mike. Quería evitar tener tantas cosas que me recordaran a él. El dormitorio quería remodelarlo por completo, sacar todo. Bueno dejar algunas cosas de él le darían un toque especial a casa. Por alguna razón mientras arreglaba todo, ese niño llego a mi mente, había algo en el que había hecho sentir bien. Como si hubiera sido enviado para alegrar mi vida o tal vez estoy viendo demasiadas novelas turcas.

My emergency.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora