Temporada 3: Clavado

159 15 0
                                    

Desperté a la mañana siguiente con un ligero malestar, me dolía la cabeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desperté a la mañana siguiente con un ligero malestar, me dolía la cabeza. Aunque tal vez sea por todo el estrés que he estado pasando. Aunque tal vez el ultimo caso de la noche me había dejado aun mas estresada. Esa pobre mujer termino con el brazo destrozado luego de quedar atascada en esa maquina de bolos. Había sido un caso complicado y nos había tomado demasiado tiempo para asegurarnos de que no quedara con secuelas o peor que se nos desangrara al intentar sacarla. Había sido una labor ardua, razón por la que había terminado exhausta. Y no era la única, los demás parecían tan cansados como yo.

Oliver seguía dormido y sin intenciones de despertar. No me acostumbraba aun a la idea de despertar casi a diario con él o en mi casa o en su apartamento. Pero últimamente estábamos pasando demasiado tiempo juntos, sin contar que teníamos los mismos turnos en la estación. No me molestaba. De hecho, me gustaba pasar tiempo con él, más porque cada día tenía una ocurrencia diferente que evitaba que cayéramos en la rutina. Era lo que me asustaba, que termináramos cayendo en un ciclo largo de lo mismo y terminará matando la relación. No quería eso, más porque realmente me estaba enamorando de él y amaba que fuera parte de mi día a día.

— ¿Cuándo vendrás a casa?

— No lo sé mamá. No tengo vacaciones hasta dentro de unos meses, puede que me escape a verlos.

— Tu papá te extraña. Se pone más viejo y mal humorado.

— Escuche eso...

— Yo también los extraños y prometo que apenas me den mis vacaciones me iré a Texas.

— ¿Vendrás con Oliver?

— No lo sé, si el quiere ir. Lo llevaré.

— Deberías venir a trabajar aquí cariño, el nuevo capitán de bomberos que llego es bastante bueno.

— Papá, ya hablamos de eso. Estoy bien aquí. – sople mis dedos al quemarme con la sartén. – y si llego a pedir un traslado, será en un par de años más cuando me canse de Los Ángeles.

— Lo sé, lo sé. Ya me voy, debo ir a abrir la ferretería.

— Suerte, que vendas mucho hoy.

— Sigue de terco... en eso se parece a ti. – solté una risa ante la cara de mi madre.

— ¿Cómo esta su salud?

— Pues bien, solo tiene que cuidarse de comer tanta carne. Pero estamos en Texas, hay parrilladas casi a diario.

En eso mi madre tenía razón, en ocasiones yo podía ser terca como mi padre. Pero detestaba la idea de que no cuidará de su salud, quería que el viviera por muchos años más y siguiera ahí pendiente de mi aun cuando yo estaba a kilómetros de distancia. Me quede en el sofá viendo noticias mientras disfrutaba de mi improvisado desayuno, tostadas con bastante queso y salsa picante. Alce la mirada hacia Oliver que solo se dejo caer junto a mi dejando su cabeza apoyada sobre mis piernas, sin darme oportunidad de nada solo tomo mi mano acercando esta a su cabello.

My emergency.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora