17.Mikaelson Forbes parte II

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Las cosas se encontraban tensas para todos los presentes. Harriet tenía contracciones que la hacían sentir que su cuerpo se partía en dos mientras que Stefan se encontraba a su lado buscando una forma de ayudarla.

En la habitación de hospital se encontraban la doctora, tres enfermeras, Stefan y Harriet. El vampiro había llamado una ambulancia y no tardaron en llevar a la bruja al hospital donde rápidamente la atendieron.

—¡ah!—  Harriet soltó un grito de dolor al ser azotada nuevamente por una contracción.

—coloquen las cosas— ordeno la doctora —es hora.

La Forbes estaba sentada en una cama con las piernas abiertas sobre unos objetos de metal mientras una manta cubría su parte baja.

—Escucha mi niña, es hora— las palabras de la doctora eran dirigidas a Harriet —tienes que pujar— la castaña acato la acción con el dolor expresado en sus gritos —¡puja!

—no puedo— recostó la cabeza en la cama mientras negaba con lágrimas en los ojos —no puedo

—tienes que pujar. ¡Hazlo!— la doctora seguía hablando.

—Harriet— la Forbes sintió como el vampiro tomaba su mano —Tú puedes hacerlo

—Stefan yo no...

—Yo estoy aquí, toma mi mano— hablaba con rapidez y fuerza —Apriétala o rómpela si es necesario, pero puja. Hazlo por tu hija.

La bruja apretó con fuerza la mano del vampiro mientras volvía a intentarlo. Su cuerpo hacia un gran esfuerzo, el dolor que sentía cada que pujaba solo ocasionaba gritos y que las lágrimas se derramaran por su rostro.

—vamos solo un poco más— exclamo con fuerza la doctora —solo una vez más.

Harriet tomo aire, apretó con tanta fuerza la mano de Stefan <la cual termino rota> y pujo con más intensidad que antes.

—¡AH!— el grito de Harriet se escuchó por todo el pasillo de aquel piso.

La habitación se sumió en un silencio que no tardo en ser llenado por el fuerte llanto de un bebé.

—es una hermosa niña— exclamaron tanto la doctora como las enfermeras. Rápidamente limpiaron a la bebé para poder dársela a su madre.

—es hermosa— hablo Harriet quien aún se encontraba débil —tiene sus ojos— una lagrima se derramo por su rostro al ver que su hija tenía la misma mirada que su padre.

—es igual a él— admitió Stefan.

—si, lo...— Harriet comenzó a respirar con dificultad lo que llamó la atención de los presentes —no...

Las enfermeras retiraron a la bebé de los brazos de Harriet quien cada vez le costaba más respirar. El vampiro se alarmo cuando escucho como la doctora exclamaba que la madre se estaba desangrando.

Stefan no iba a permitir que Harriet muriera, y mucho menos que su sobrina perdiera a su madre también. Mordió su mano, la cual coloco en la boca de la chica quien la tomo sin rechistar.

La doctora anuncio que el sangrado se detuvo, eso calmo al Salvatore. La chica parecía estar estable. Harriet estaba recostada en la cama con la mirada en Stefan, quien la observaba con atención, su respiración comenzaba a ralentizarse a la par que sentía sus ojos pesar.

—Harriet— cuestiono con miedo al ver que la chica cerro los ojos y el sonido de los latidos de su corazón dejaban de escucharse.

La doctora rápidamente se acercó a la paciente dando se cuenta de que no tenía pulso, por lo que rápidamente mando a traer el carro de reanimación.

Lirios rojos (Klaus Mikaelson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora