21. La situación en el pueblo

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Al llegar al pueblo me enteré de lo que le paso a mi hermana y lo primero que hice fue ir a verla. Llegue a mi casa con Stefan, abrace a mi hermana y después de asegurarme de que estaba bien le conté lo que paso en Nueva Orleans.

—¿sientes lastima por él?— pregunto incrédula mi hermana

—No hay otra forma de romper el vínculo. Aunque tu y yo lo detestemos, Damon si ama a Elena— eso era cierto —Tiene que dejarlo ir ¿sabes lo que duele hacer eso?

—perdón por decirlo, no pude evitarlo— el vampiro asintió —Solo que mas vale que haga lo que deba.

—Lo hará. No es tan malo como el mundo cree— dije.

—Hará lo necesario, me dijo eso— respondió el Salvatore.

—¿no te dijo nada mas?

—¿de qué hablas?— pregunto el varón.

—de nada, es solo que— algo me decía que mi hermana nos ocultaba algo —¿porque confías en él?

—Porque creo que la ama tanto como yo— sabía lo que estaba sintiendo Stefan en esos momentos por lo que me acerque y entrelace nuestras manos —Y no puede ser egoísta. No por ella.

(...)

Me encontraba en un bosque corriendo por el lugar. Los árboles eran enormes, las nubes parecían muy lejanas y el pasto me hacía sentir cosquillas en mis pies descalzos.

—te atrape— unos brazos me rodearon impidiendo mi paso. Era la misma voz de aquella mujer que constantemente aparecía en mis sueños —pequeña traviesa— carcajadas comenzaban a salir de mi boca pues las cosquillas que me hacía eran resultado de ello.

Después de unos segundos tomo mi mano y comenzamos a caminar. Llegamos a una cabaña donde nos sentamos en el pórtico.

—Anabeth ¿cuándo volverán mi mami y mi papi?— mi voz sonaba aguda y por la diferencia de estatura podría decir que no rebasaba los cinco años de edad —quiero que vean lo que hago. Quiero que mi papi sepa que yo también soy una bruja como él

—Ellos quisieran estar aquí contigo, pero primero deben asegurarse de que estes a salvo— sus palabras salían con ternura de su boca.

—es por la mujer malvada ¿verdad?

—si mi niña— cambio su ánimo y se levantó sonriente —Pero mejor hay que sonreír porque hoy es el cumpleaños de la niña más linda de todo el mundo— yo imite su acción.

Entramos a la casa en donde se encontraba una gran cantidad de fresas en la mesa junto a un ramo de lirios rojos.

—¡Son lirios!— grite con emoción mientras me acercaba a la mesa intentando alcanzarlos. Sentí como me ayudaba a subir a una silla para estar a la altura de la mesa —¡fresas!— tomé varias y comencé a comerlas.

—Tranquila no te vayas a ahogar— dijo con diversión —Ya vuelo— entro en otra habitación dejándome sola.

Mi vista se dirigió a uno de los lirios que aún no florecían, era la única flor así. Estire mis manos y concentre toda mi energía en hacer florecer ese lirio, cerré mis ojos dejando fluir mi magia. Cuando abrí mis ojos me di cuenta de que había logrado mi objetivo por lo que sonreí.

—Tengo aquí en mis manos un regalo para la festejada— su voz era alegre por lo que gire para ver que era lo que tenía para mi —Es un regalo muy especial

Lirios rojos (Klaus Mikaelson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora