6. ¿lo merezco?

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La puerta de la casa fue abierta de manera abrupta. El sonido de unos pasos que iban a gran velocidad inundaba todo el lugar, pero se detuvieron cuando la mirada de la protagonista se encontró con una pelirroja parada frente al fuego.

—La verdad me sorprende tu elección— la puerta de la habitación se cerró gracias a la magia de la pelirroja —Ciertamente pensé que tomarías otra decisión.

—¿qué haces aquí?

—Tenías tres elecciones— se giró posicionando su mirada en Harriet —La casa Mikaelson, la casa Forbes y esta casa. 

—¿de qué hablas?

—Qetsiyah te dijo que fueras a casa— comenzó a explicar —Tú debías elegir entre tres opciones, pero solo había una correcta. Y para tu mala suerte la casa Salvatore no era la elección correcta.

—¿qué?

—esto era un juego Harriet. Y tú perdiste esta partida— mencionó con una sonrisa de triunfó

Levantó la mano atrayendo a Harriet a su lado, la tomó del rostro para que posicionara su mirada en el fuego.

—Ahora tendrás que ver las consecuencias

—¿de qué...— sus palabras se interrumpieron cuando observó como una escena se presentaba en el fuego.

Era la estancia de la casa Mikaelson. Hay estaban Klaus y alguien que era idéntica a Harriet hablando o mejor dicho discutiendo.

—¿qué es esto?

—Tu querida doppelgänger es más eficiente que tú— la discusión era demasiado dura —No tuve que pedirle dos veces que fingiera ser tú. Ahora mismo está dando la actuación de su vida.

Cada palabra que salía de la boca de la doble era cruel. Harriet observaba el dolor en los ojos de Klaus, claramente cada palabra lo lastimaba. 

—¡Basta, déjalo!— la Forbes sentía una enorme desesperación al no poder hacer nada para detener lo que pasaba pues su cuerpo estaba congelado —Por favor— suplicó —He hecho mi trabajo.

—A mí no me importa lo que Qetsiyah te ordenó. Su patética venganza no me interesa— sinceró —Lo único que yo quiero es destruirte poco a poco. Quiero divertirme contigo.

—Yo no te he hecho nada— las lágrimas inundaban sus ojos —¡¿Por qué me haces esto?!

—Porque eres la hija de tu madre— el despreció en su tono de voz era notorio a miles de kilómetros.

—Lastímame a mi— suplico con lágrimas desbordándose por sus mejillas —Si quieres destruirme hazlo. No pondré resistencia. Pero déjalo en paz.

—Ya es muy tarde para suplicas patéticas— la tomó del cabello conectando las miradas —Me da asco lo idéntica que eres a la perra de tu madre.

El gritó desgarrador que salió de la boca de Klaus quebró a Harriet quien cayó al suelo de golpe cuando la magia de Anabeth dejó de hacer efecto en ella.

—Klaus— susurró observando con tristeza al híbrido. Los sollozos escapaban de su boca —Lo siento tanto— hablaba a la imagen que se presentaba en las llamas.

Quería correr a los brazos de Klaus y revelarle toda la verdad. No podía verlo así.

Harriet se levantó con rapidez para salir del lugar, pero nuevamente la magia de Anabeth la congeló a medio camino.

—Ni creas que vas a salir detrás de él

—Está sufriendo por algo que no es verdad. No puedo dejarlo ir así.

Lirios rojos (Klaus Mikaelson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora